Cuento de Triatlón II: Cuando vi ganar a papá (por Claudio Nieto)


La noticia había sacudido al País y al mundo entero, un caza 212 de la Fuerza Aérea había caído en Juan Fernández y 21 seres humanos se encontraban desaparecidos. Entre ellos Jorge Palma y Joel Lizama, Suboficial (R) de la armada, con quien tuve el privilegio de frecuentar y organizar carreras de aventura en el Ejército. Hombre que, después de terminar su carrera naval, había decidido continuar con el deporte desde una perspectiva competitiva en el mundo de las carreras de aventuras. "La continuación del juego… mi teniente, me dijo cierta vez Joel… eso es el deporte a nuestra edad… continuamos jugando, como cuando éramos niños…" ahora Joel y Jorge corren más alto, aun más livianos, en una ruta aun más bella, más intensa… más eterna…

El juego que nos convoca ahora, es el Medio Ironman de Piedra Roja. La historia que viene a continuación resume a muchos que vi junto a sus hijos pequeños, medianos y grandes cuando, sumergidos en el rigor de la competencia, sus espectadores preferidos (hijos o hijas), entregaban aplausos y sonrisas al ver salir del agua a papá, contemplar a mamá pedaleando estoica frente al viento o corriendo al compás de sus miradas fugaces. Esas miradas cómplices de ser de la misma estirpe…

Asimismo, Vaya esta ficción en homenaje a Joel y Jorge… continuemos jugando

CUANDO VI GANAR A PAPA

Ambos sabían que el triunfo en la categoría sería de uno de ellos. Rivales y amigos de una década, la categoría "D" sería el anfiteatro, Piedra Roja la prueba, un Medio Ironman la distancia.

Victoria miraba a papá en el parque cerrado, estaba serio y concentrado, ella creía que conversaba con su bicicleta. Distinto a la tarde anterior, cuando habían jugado con sus muñecas y le había dicho que la última Barbie era flaquita como sus compañeros de triatlón.

  • No tanto mi amor, las Barbie son más flaquitas que nosotros, le había contestado, Claudio.

Camilo había llorado durante el viaje porque lo levantaron temprano. Ni siquiera Budy, el muñequito de Toy Story, le había quitado las lágrimas. Francisco, su padre, había calculado el consumo de oxígeno que tendría si lo estimulaba correctamente por la magnitud del llanto.

  • Podría llegar a ser como Realert o Lieto en el futuro… pensó.

Faltaban 10 minutos para la largada y Francisco identificó a Claudio en medio de la multitud de la laguna, contempló a su entorno y estaba atiborrado de gente. Había repasado todo, llegaba con volumen suficiente para bajar las cinco horas, mítica barrera.

Ambos, no percibieron como de pronto ya estaban dando brazadas para alejarse de la multitud. Claudio nadaba con su X-terra vector Pro sin mangas, por lo que Francisco identificó su particular forma de nadar y no soltó sus pies. De pronto, sentía que era un elástico con el ritmo, sabía además, que si lograba salir del agua con él, sería más fácil ganar en la categoría. Lo perdió del todo en la última boya, para cuando llegó al parque cerrado a buscar su bicicleta Camilo estaba en los brazos de mamá, había dejado de llorar y lo saludaba con una sonrisa angelical.

Victoria en tanto, no se había enterado cuando papá salió del agua y huía de sus rivales, estaba sumergida en la arena tirándole piedras a los pajaritos en los árboles, había olvidado sus muñecas y de vez en cuando, buscaba a mamá con la mirada para mostrarle que podía estar más empolvada a medida que avanzara el día.

Francisco identificó a Claudio adelante, sabía que podía alcanzarlo de seguir promediando lo que venía haciendo. La tienda de ciclismo Altered, había dejado su máquina a punto, se sentía fuerte sobre el pedal, su Negrita, como llamaba a su Quintana, se comportaba a la altura. Claudio, sin embargo, sabía que su promedio no le permitiría sostener la ventaja obtenida en el agua, por más que intimidaba a Rocinante, su Argon 18, comprendía que la complicidad con el binomio debería estar solventada con horas en la ruta, situación que no había hecho. De pronto, Rocinante se encontró con Negrita a su lado. No se despegaron más en todo el circuito.

Fue entonces, cuando Victoria se encontró con Camilo en medio de la multitud y lo invitó a seguir intentando dar de baja a los pajaritos que estaban en los nidos tiernos de árboles que daban sombra anhelada para el circuito del pedestrismo. Ambos, tenían edades similares, por lo que su comportamiento obedecía a códigos y lenguaje afín. Fue cuando Victoria tomó de la mano a Camilo y se puso a correr hacia el parque cerrado porque su madre le había dicho que papá venía.

En aquel instante, Claudio y Francisco entraban juntos al parque cerrado a dejar a Rocinante y a Negrita, tomar sus viseras de Nutrition Factory, y partir corriendo hacia el circuito donde se sacarían el alma por ganar la categoría.

  • Ese es mi papá, le dijo Victoria a Camilo, apuntándolo con sus dedos empolvados de tierra.
  • Mi papá está de Amarillo del Team Bustos, contestó Camilo y es Campeón y le va a ganar a tu papá.

Victoria volvió a tomar a Camilo de la mano y corriendo se fueron a perseguir a sus padres, al pasar bajo los árboles se dio cuenta que ya no quedaban pajaritos.

En batalla por el triunfo, los triatletas respiraban agitados, ambos sabían que de seguir a ese ritmo, no soportarían el paso y necesariamente uno caería. El pavimento se transformaba en arena, cemento, subidas, piedras y un desierto con abastecimiento precario. Hacía calor y eran cuatro vueltas por el palco de público que gritaba al verlos pasar enajenados buscando el placer del triunfo. No se daban tregua, sostenían el ritmo y casi ni se miraban. Amigos de infancia del triatlón, Francisco siempre fue el ídolo de Claudio cuando este empezaba a aventurarse en esta disciplina. Con el paso del tiempo, tenían un nivel similar, entonces, era una rivalidad sana, necesaria y eterna por una amistad construída sobre dos ruedas. Ambos, también, eran amantes de la montaña, de los encorvados momentos desde ahí arriba, alejados de Babilonia y las multitudes.

Solo quedaba un giro y Francisco logró encadenar, a pesar de la demanda de oxígeno, palabras de ánimo a su rival, que lentamente caía bajo la experiencia del mundialista.

Aguanta soldado, entonó con estoicismo.

Locura y equilibrio, pensó Claudio, comenzó a sentir los aplausos, "la intimidad con el infinito", sería el titulo de su próxima novela, seguía pensando. Francisco apuró el paso, continuó elevando rodillas y visualizando el triunfo, eran los últimos metros y Claudio asumió la derrota, dejó caer el aliento y quedó unos metros atrás. En aquel instante, vio que Victoria jugaba con un niño tomada de la mano, era feliz y cuando ella se dio cuenta que corría hacia la meta, soltó a Camilo y partió a su encuentro. Francisco hizo lo suyo, volteó la mirada asumiendo que era el ganador de la categoría. También Camilo corría hacia él. Cuando padres e hijos se abrazaron en la alfombra antes de cruzar la meta el dolor había terminado, Victoria besaba a su padre, Camilo le decía que había conocido a una niña linda, Francisco abrazo a Claudio en la meta. Había sido una dura lucha.

Victoria abrazó a Camilo, este se acercó y le dio un beso y salió corriendo refugiándose con su padre, ambos triatletas se rieron a carcajadas.

  • Qué es Kona papá?, le preguntó…
  • Un lugar muy lindo, donde hay pajaritos en los árboles…


Pd: A modo de ficción, la historia real ocurrió en el Triatlón de Piedra Roja el año 2007, cuando las distancias eran diferentes y también lo era el circuito. Los protagonistas eran Francisco Zurob y quien escribe, y a decir verdad, hicimos la carrera juntos, hasta pocos metros antes de la meta, donde Zurob me puso un "palo" (cambio de ritmo) que me mando al "siquiatra". Quería recordar ese lindo momento con un cuento. Ahora que nuestro Triatlón de Piedra Roja es una carrera en que nos damos el lujo de poder dormir en nuestra cama la noche anterior al certamen. Siendo la mejor tesis para evaluar cómo se comportan nuestras humanidades para la síntesis final… El medio Ironman de Pucón…

Por Claudio Nieto (Noviembre ´11)

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Debo admitir, que al leer este cuento, se me vinieron varios recuerdo de cuando pequeña a la cabeza, esos mil y un triatlon que acompañe a mi papà , Mauricio Donoso, me daba lo mismo tener que levantarme temprano o congelarme mientras esperaba la natación. lo entretenido que despuès de 20 años de mirar el triatlon me dije y por q yo no puedo correr, no hay nada màs lindo ver llegar a tu papà a la meta y ahora màs lindo es cuando estamos los dos juntos en la carrera.

Soldado, una razon mas para expresarle mi admiración de un nadador a otro..........Loco

Lindo relato de las tantas experiencias que se viven en Piedra Roja.....
Claudio te felicito por darle un enfoque humano a la competencia.

Claudio Nieto es un multi task!!!! te nada, te pedalea, te corre, te gana y te escribe!!!! Mostro!!!!!! Felicitaciones Claudio, un agrado leer otro enfoque al triatlón!

Gracias por compartir tu anécdota, muy entretenida y bien escrita. Felicitaciones por Piedra Roja 2011.
un abrazo,

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