Esperar lo inesperado
El triatlón es un deporte de contingencias e imprevistos y, por lo tanto, parte de la pega del triatleta es esperar lo inesperado. Suena raro, pero así es. El problema puede venir de cualquier lado y en cualquier momento. Es por eso que se requiere tener la capacidad de tomar buenas decisiones sobre la marcha, tener calma, ser racional, evaluar rápidamente las alternativas y administrar los problemas de una manera eficiente. Pero a veces las dificultades no tienen solución y ahí se necesita un buen manejo de la frustración, mantener en alto la motivación y comenzar en ese mismo minuto a prepararse para la próxima batalla.
Una vez leí que el triatlón es el arte de la adaptación. Sin duda es muy cierto del momento que es muy difícil anticipar cada eventualidad. Nuestro deporte tiene muchas incertidumbres, sobre todo en las carreras más largas. Me atrevería a decir que inevitablemente en un Ironman algo saldrá distinto a lo planificado y tendrás que adaptarte. Por mucho que uno se prepare, planifique y busque las respuestas a las cientos de preguntas que surgen antes de un evento, estas no dejan de ser una mínima parte de los imponderables que pueden ocurrir en una carrera.
Hay cosas para las que uno no puede prepararse. Simplemente llegan cuando uno menos las espera. Horas de entrenamiento, esfuerzo, planificación, dedicación e incluso plata invertida se pueden ir al tacho de la basura por un imponderable. Que algo resulte mal cuando tenemos la ilusión y nos hemos preparado parece mucho castigo. Pero así es y no hay solución.
No es la idea de este artículo hacer una larga lista de los inconvenientes a los que podríamos enfrenarnos. Sería larguísimo. Pero quizás nombrar algunas de las cosas que personalmente he vivido y que he visto muy de cerca puede ayudar a abrir la imaginación de las cosas que pasan.
El problema del Sticker en el casco de Bárbara en Hy Vee
Lo inesperado puede ocurrir en la previa, sino pregúntenle a Bárbara Riveros en Hy-Vee. Nunca faltan las lesiones, enfermedades o accidentes que lo arruinan todo. Una vez con Juan Pablo Canevaro, se nos cayeron las bicicletas de la parrilla a 120 Km por hora saliendo de Santiago al Triatlón de Valparaíso. Por suerte nos dimos cuenta y aplicamos plan B. Conozco a uno que llegó a destino para descubrir que la bici no estaba. Frecuentemente escuchamos de bicicletas y maletas que no llegan a destino o aparecen días después muy encima de la carrera. O como le ocurrió a nuestro amigo David Rea en Clearwater en el 2009, que su equipaje apareció meses después y por supuesto se quedó sin largar en el mundial 70.3. O el otro que conozco que llegó a Panamá (el país) a competir en el Ironman de Florida en Panamá City. Insólito.
En el agua pueden ocurrir muchas cosas, sobre todo en los primeros metros cuando la batalla por ganar una ubicación te hace recibir golpes, patadas y agarrones. No es raro perder los lentes de agua o que te queden en el cuello. Sigan nadando y no se detengan por eso. En un agarrón te pueden bajar el cierre del traje o este se puede rajar. Una vez en Iquique me preocupé mucho por un fuerte ardor en la cara producido por picaduras de medusas o jelly fish, creo.
En T1 puedes pisar piedras o demorarte una eternidad en encontrar tu bici. Se me ha quedado trabado el cierre del traje en muchas ocasiones y he perdido valiosos segundos. Puedes tener las manos tan heladas que no puedes abrocharte el casco. Sólo por mencionar algunas emergencias.
En la bici el gran drama es enfrentar problemas mecánicos o simplemente una pinchadura. Le ocurrió a Valentina Carvallo en el campeonato Europeo 70.3 hace pocas semanas: Un corte de cadena en el km 50 la dejó fuera de carrera. Esto no hace más que confirmar que en el triatlón hay que acostumbrarse a lo inesperado. También hay que prepararse para las penalizaciones y que no te saquen mentalmente de la carrera. Lo más insólito que me ha pasado es que una vez equivoqué el camino y me pasé de largo como 3 Km para darme cuenta que iba solo y que era mejor volver. Se me han caído caramagiolas y todos los geles, mi única fuente de energía para los próximos 60 kilómetros. Eso pasa.
En el trote prepárense para calambres, deshidratación, ampollas y para ir al baño donde no los hay. Desde el punto de vista psicológico, la maratón en un Ironman es una lucha permanente contra el sentido común y el deseo natural de parar el sufrimiento. Administrar eso es un problema en sí mismo.
Parece ser que no existe la carrera perfecta, por lo tanto para finalizar permítanme unas pocas y sinceras recomendaciones. No se jueguen la vida en una sola carrera. Sugiero que disfruten del Triatlón como un proceso que incluye un largo periodo de entrenamiento y luego una temporada de carreras. De esta forma reducimos las probabilidades de ocurrencias negativas y tenemos una mejor medida de nuestra verdadera capacidad y siempre se nos presentará la oportunidad de revancha en casos de frustraciones inesperadas.
por Ricardo Cumplido (Domingo 15 de septiembre de 2013)