Gertrudis
Esto de ponerle nombre a cosas materiales no es nuevo. Neruda le ponía nombre a sus casas. Los barcos y los botes habitualmente tienen nombre. Hace años tuve un auto alemán que se llamaba Hans, nombre puesto por su dueño anterior y venía con su diario de vida. Por supuesto le mantuve el nombre, pero no el diario. De la trágica, triste y dolorosa muerte de Hans les contare otro día.
Todo esto porque resulta que muchos le tienen nombres propios y apodos a sus bicicletas. En una llegada tarde a almorzar, mi señora le puso Gertrudis a una antigua y querida bicicleta mía. Con los años terminó en Gertru y desde ahí casi todas mis bicis reciben ese nombre.
Muchos se refieren a sus máquinas por la marca y muchos otros por los modelos. La Plasma llenó mi vida por algún tiempo. Está la roja, la azul, la amarilla. Los colores sirven para distinguir la que usas de la otra que te dio no sé qué venderla y la tienes ahí como si la usaras. La de ruta o la de triatlón son nombres frecuentes en nuestro léxico. La de contrarreloj. La de entrenamiento. La del rodillo. La vieja. La nueva.
Hay nombres entretenidos y muy habituales: la chancha, la flaca, la negra. Un triatleta romántico y bueno para escribir nos ha deleitado con sus historias junto a Rocinante. En la línea intelectual estoy seguro que por ahí debe haber una Babieca, un Bucéfalo o algo más moderno como Sombra Gris. La Karol Cariola es el nombre de una bicicleta roja de otro amigo.
Podría seguir con una larga lista de nombres, pero prefiero que sean ustedes mismos quienes completen este artículo. ¿Tiene nombre tu bicicleta?
por Ricardo Cumplido (Miércoles 2 de noviembre de 2016)
