Natación en aguas frías (por Mario Orío)


Soy espectador de triatlones hace algunos años y participante desde hace menos de un año. En este tiempo me parecía lógico el abandono por caída o falla técnica (pinchazo) durante la bicicleta y por agotamiento en el trote, sin embargo, me llamó la atención que apenas iniciada la natación algunos tenían que ser rescatados del agua echando por tierra meses de entrenamiento y preparación. Cuando comencé a practicar, varios de mis amigos me comentaron que más de alguna vez habían sentido fatiga al inicio de la competencia, que los manotones y patadas, la ansiedad y la adrenalina del momento les jugaba una mala pasada, pero después de un rato de descanso podían seguir adelante. Incluso, con una gentileza y espíritu deportivo que agradezco, me compartieron algunos trucos, como trotar en la orilla antes de entrar al agua, nadar y “matar la ansiedad” antes de la partida, o “relájate los primeros 200 metros, espera a que te pasen y luego sigue nadando tranquilo”.

En el Triatlón de Frutillar recién pasado (distancia olímpica) puse en práctica todos los trucos y, a pesar de todo, los primeros 500 metros fueron complicados, me sentía sofocado y tenía que tratar de ¡respirar por cada brazada que daba! Tranquilidad ante todo, me dije, ya sabía lo que estaba pasando y logré continuar. Posteriormente, me enteré que dos participantes tuvieron que ser rescatados del agua y al menos diez estuvieron en serios aprietos(*1).

Decidido a buscar respuestas, un poco de lectura e investigación (pura deformación profesional, nada más), me permitió encontrar algunos datos interesantes y que quiero compartir con ustedes.

USA Triathlon publicó un reporte en el año 2012 que recogía la información sobre mortalidad ocurrida en este deporte durante los años 2003 a 2011, en casi 23.000 eventos deportivos involucrando a más de tres millones de participantes(*2). El registro de 45 muertes da una tasa de mortalidad de 1,3/100.000 participantes (una muerte por cada 76.000). De 38 muertes no relacionadas a traumatismo, 30 ocurrieron durante la natación, 3 en el ciclismo, 3 en el trote y 2 después de finalizada la competencia. En otras palabras, dos tercios de las muertes fueron al inicio de la competencia, en el agua.

Esta misma publicación menciona que la mayoría de las víctimas de la natación fueron rescatadas, recibieron RCP y soporte vital avanzado rápidamente. Sólo en dos casos las víctimas fueron encontradas horas después. Toda la información disponible indica que la causa no fue asfixia por inmersión, sino que muerte súbita por paro cardíaco. A modo de comparación, se registran 28 muertes en 10 años de maratones en Estados Unidos (2000-2009), con más de 3,7 millones de participantes, es decir, una mortalidad de 0,75/100.000 corredores (una muerte por cada 133.000) lo que es prácticamente la mitad de las que ocurren en una triatlón (*3). En carreras de larga distancia, maratón y media maratón, que se realizaron en Estados Unidos entre los años 2000 y 2012 se registran 59 paros cardíacos, de los cuales 42 fueron fatales (*4) y como es de esperar la mayoría se produjo en el último cuarto de la carrera, como se observa en el siguiente gráfico.

Estos datos bastan para darnos cuenta de que algo pasa en una triatlón, durante la natación, que nos pone en problemas, hace que algunos abandonen la carrera y expone al riesgo de una muerte súbita y que es independiente del esfuerzo realizado o cansancio. De hecho, 16 de las muertes (prácticamente la mitad) del reporte USA Triathlon fue en competencias sprint (365 a 900 metros), 8 ocurrieron en distancia olímpica (1500 metros) y el resto en distancias mayores.

Esta es una señal de alerta que los organizadores de triatlones deben tener en cuenta: El mayor riesgo de que ocurra algo lamentable está en el inicio de la competencia, tan precoz como la primera mitad del nado, por lo que se deben tomar medidas de protección y rápida respuesta ante la posibilidad de un nadador se encuentre en peligro (contar en la orilla con una ambulancia que tenga desfibrilador puede ser la diferencia entre la vida y la muerte).

También es una alerta para nosotros, los competidores, en caso de que presentemos algún malestar como dolor al pecho o sensación de angustia o fatiga que no pasan después de unos minutos de descanso, puede ser señal de algo grave y no debemos temer en pedir ayuda.

Además, si vemos un competidor en aprietos (aferrado a una boya o “descansando” boca arriba) puede necesitar que gritemos auxilio por él, no olvidemos nunca esta posibilidad.

Para facilitar la lectura he dividido el documento en tres secciones. En las próximas dos quiero dar explicación acerca de los principios fisiológicos que ocurren cuando entramos al agua y la evidencia científica que existe para disminuir los trastornos que ocasionan. Trataré de que sea lo más claro y práctico posible tratando de proponer medidas fáciles de realizar por nosotros, los competidores, y los organizadores.

por Mario Orío
Triatle
Médico Urólogo
Magister en Epidemiología y Medicina Basada en la Evidencia

*1 Claudio Krause, organizador. Comunicación personal.
*2 USA Triathlon Fatality Incidents Study, October 25, 2012. www.usatriathlon.org
*3 Mathews SC, Narotsky DL, Bernholt DL, et col. Mortality among Marathon runners in the United States, 2000-2009. Am J Sports Med 2012 Jul; 40(7):1495-500.
*4 Kim J, Malhotra R, Chiampas G, d’Hemecourt P, et col. Cardiac arrest during long-distance running races. N Engl J Med 2012; 366:130-40.

Martes 23 de diciembre de 2014

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