Nunca rendirse, sorpresas te da la vida


Nunca se rindan. Jamás entreguen una carrera. Lo digo porque creo que todos lo hemos hecho y estoy seguro que nos hemos arrepentido. Más de una vez. La historia que les cuento a continuación es un buen ejemplo de lucha hasta el final y que la vida te da sorpresas cuando a veces no lo esperas.

El 25 de enero de 2015 se realizó en Viña del Mar un sprint con la participación masiva de agegroups y elite en carreras separadas. Entre los elite ganaron Gaspar Riveros y Favia Diaz. La carrera de los agegroup fue liderada de punta a punta por Cristian Bustos Rodríguez e Ian Vargas que hicieron una carrera aparte y que fue ganada finalmente por el primero. En un segundo, grupo sin descontar nada llegamos a T2 Nicolás Salinas, Cristian Aspillaga, Cesar Opazo, Francisco Laymuns, Ernesto Peinado, Rodrigo Muñoz, Carlos Pailaqueo y yo. Un minuto más atrás otro grupo que incluía a los argentinos Alejandro Armendáriz, Guillermo Martínez, y Andrés Aruani.


Ricardo Cumplido, Francisco Laymuns y Carlos Pailaqueo

Con Armendáriz hemos mantenido por años una sana rivalidad compitiendo en Viña del Mar, Valparaíso, Rapel y Mendoza, entre otros lugares. Aunque es menor que yo, hay un año en que estamos en la misma categoría. Y era el caso de esta carrera, ambos estábamos en la 50-54. La dinámica de las carreras con el Pelado siempre fue la misma: en los sprint yo salía con 1 minuto de ventaja en el agua, la diferencia se mantenía en la bici y el me descontaba ese minuto en el trote y siempre llegábamos muy cerca. Pero volvamos a Viña.

Eran 2 giros de trote, por lo tanto nos cruzábamos 3 veces antes de llegar a meta. En el primer cruce como estaba previsto mantengo una buena distancia de aproximadamente 1 minuto. Completado el primer giro, la ventaja de reduce, pero sigo confiado en saber administrar la diferencia. Llegamos al tercer cruce y el Pelado está francamente cerca, quizás a no más de 100 metros. Faltaba un poco más de 1K y comienzo a pensar que me pueden ganar. Le pongo con todo. Miro un par de veces para atrás y me seguía descontando. Faltando 400 metros la diferencia era de 50 metros aproximadamente. Sinceramente creo que íbamos a llegar sprintando y ahí ganaba cualquiera. Pero la vida te da sorpresas.

Faltando 300 metros se me ocurre mirar al costado donde está el penalty box y anotado en la pizarra está el número 31. A mi cabeza todavía llegaba algo de sangre para reconocer que ese era mi número. ¿Qué cresta hice? Es lo único en que pensaba. Paro y me dicen que debo esperar 15 segundos. Los más largos de mi vida. Armendáriz pasa por delante como un demonio y me mira sin expresión reconocible. Me sueltan y soy yo el que persigue. 50 metros nos separan y me doy cuenta que la carrera está perdida. Podría haberme entregado. Podría haber llegado trotando suave o incluso caminando. No tenía mucho sentido luchar, pero algo me empujó a ponerle con todo en esos últimos metros. Quizás el instinto. Igual relativamente cerca venían el argentino Guillermo Martínez y Ernesto Aramburú y yo quería asegurar al menos un buen puesto en la general.


Andrés Aruani y Alejandro Armendariz

Paso la línea de meta y voy directo a los jueces a averiguar porque el castigo. Paciencia me dicen, hay que esperar que termine la carrera. Pasan los minutos y finalmente me informan: “dejaste el traje fuera del canasto”. En ese tipo de cosas soy súper riguroso así es que inmediatamente dudo. Conocedor del reglamento solicito la foto que lo demuestra. Ojalá haya foto, pensé. Pasa mucho rato y la foto no aparece. En el intertanto hacen la entrega de premios y por supuesto me subo al 2º lugar del podio detrás de Alejandro Armendáriz que llegó a meta en 1:04:09, con 12 segundos de diferencia conmigo. Tercero fue Mauro Villagrán con 1:12:08.


Podio 50-54 Viña del Mar antes de corregir resultados

Bajamos del podio y aparece la foto con el traje fuera del canasto. Sorpresa, no era el mío. Era el canasto que estaba al otro lado de mi bicicleta. Tremendo error del juez. ¿Cómo se corrige esto? pregunto. Nadie sabe qué hacer y finalmente después de deliberar un buen rato deciden devolverme los 15 segundos, lo que me deja en 1er lugar con una ventaja de apenas 3 segundos. El pobre Armendáriz no lo podía creer. Yo tampoco.

La conclusión es que no hubo ganadores. Todo mal. Lo que iba a ser un sprint para cualquiera se esfumó. El Pelado se quedó con una sensación ingrata y unas tremendas dudas. Me preguntó 5 veces si de verdad el traje no era el mío. Entendible. Para muchos estoy seguro que quedé como un mal perdedor. Me hubiera gustado ganar de otra manera.

En los resultados finales aparezco como 1º en la categoría con 3 segundos de ventaja y Top Ten en la general. No recuerdo si volvimos a subir al podio. Parece que no. Para los jueces un aprendizaje y una lección del daño que pueden provocar por un error. Los jueces de fútbol lo saben.

Por Ricardo Cumplido

Jueves 21 de febrero de 2019

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