El Viaje del Héroe
Algo debe haber es nuestro código genético que nos impulsa a probarnos una y otra vez en las más diversas áreas de la vida. Es como si la naturaleza emprendedora del ser humano no tuviera límites, como si una fuerza primigenia y poderosa nos lanzara a la aventura, muchas veces incluso a costa de nosotros mismos. Y es precisamente esto lo que resulta altamente estimulante, comprobar que tenemos la capacidad de sacrificarnos en pro de una meta o, mejor aún, por otros seres humanos sin tener más premio que la satisfacción de haberlo logrado.
Pero lamentablemente vivimos en un equilibrio precario, donde el manido concepto de “modernidad” tiende a asociarse mucho más con nuestras pulsiones más oscuras que con fines altruistas y donde conceptos como el honor, la solidaridad y el sacrificio suenan casi ridículos. Pero bueno, por suerte, aquí es donde emerge potente la figura del deporte, como fuerza transformadora y epítome de valores que resultan intransables y necesarios de cara al presente y futuro del planeta. Algunos podrán tildarme de exagerado pero, de acuerdo a mi experiencia , la practica deportiva y los desafíos que esta conlleva nos entrega la posibilidad de adentrarnos en un mundo aparte, el mundo de las “pequeñas grandes cosas”, donde una sucesión de pequeños hitos nos puede llevar a un ethos totalmente distinto y ciertamente mejor.
Levantarse al alba todas las mañanas, ponerle el pecho al frío durante los inviernos, recibir alimento y una rueda amiga cuando la pálida llega, disfrutar de un trote bajo la lluvia, regalar una cámara de repuesto a un desconocido que ha pinchado rueda, emocionarse viendo al gran Bustos volver a competir, aprender a disfrutar del triunfo ajeno, ver como nuestro deporte crece y se desarrolla, terminar una salida larga en solitario con una sonrisa en la cara y sin que nadie más en el mundo se entere, en fin, los ejemplos son infinitos. Lo importante aquí es entender que tenemos una pequeña comunidad de gente, que se hace grande y cobra un valor inusitado al vibrar con las mismas cosas, que entrega valores sólidos y que, finalmente, es escuela de vida. Es esto lo que debemos cuidar y proyectar hacia una sociedad que se encuentra en las antípodas de todo aquello para lo que fue concebida.
Lamentablemente, hacer deporte en Chile continua siendo como saltar al vacío y, por tanto, sólo reservado para aquellos que ven mas allá de las cuestiones materiales, aquellos que están dispuestos, como lo estaban nuestros queridos antepasados helenos, a realizar el viaje del héroe. Un viaje donde se estará expuesto a muchas vicisitudes y precariedades, pero de donde el hombre o la mujer volverán transmutados en una criatura distinta y esto, mis amigos(as) es lo único que realmente cuenta…
Eduardo Araya Serrano
Entrenador Triatlón
Team Bustos Tbank
Ex-Triatleta
Contacto: 9144 2247
eduaraya68@hotmail.com