Eduardo Della Maggiora, el Novato del Año


Estuvimos con Eduardo Della Maggiora, quien en muy poco tiempo en el triatlón (1 año y 4 meses) se ha transformado en uno de los mejores age group del circuito nacional, y en este breve periodo ha logrado clasificar al Mundial 70.3 en Australia y por si fuera poco corrió Hawaii el año pasado, clasificando por lotería, pero logrando una performance de 10 horas 12 minutos.

Además de eso, a Eduardo le ha pasado de todo en carreras y después de varias anécdotas decidimos bautizarlo como “El Novato del Año”, más abajo leerán las razones.

Eduardo es ingeniero Civil Industrial de la Universidad Católica y trabajó, desde que salió de la universidad, 10 años en finanzas en JP Morgan, la mitad del tiempo en Chile y la otra mitad en New York. Después estuvo un tiempo viajando haciendo deportes extremos, aunque principalmente ayudando a los que más lo necesitan. Luego de un semestre viviendo en África volvió a Chile para armar su empresa, Tyndall Group, empresa de servicios financieros de distinto tipo en materia de empresas como asesorías en fusiones e inversiones. Además trabaja en varias empresas como asesor, director o inversionista, en el área de tecnología o que son rentables. “Soy una persona intensa por decir poco”, remarca Eduardo, quien con 35 años ya es exitoso laboralmente y va bien encaminado en el mundo del triatlón.

¿Cuál es tu relación con el deporte?

Desde chico, siempre ha sido parte central de mi vida y yo creo que me ha dado bastante disciplina. Cuando tenía 12 años comencé a jugar mucho tenis, y como era bien fanático traté de ponerme al día entrenando más horas que el resto de mis compañeros, que habían comenzado mucho antes. Salía del colegio a las 3 de la tarde y jugaba hasta las 8 de la noche, y después llegaba a mi casa a realizar mis tareas para el día siguiente. Todo super comprimido y eso lo hice casi todos mis años de colegio. Siempre he sido muy fanático de lo que hago. El mejor ejemplo es que cuando tenía 16 años me fui al centro de alto rendimiento de Nick Bollettieri, donde comenzábamos a entrenar a las 6 de la mañana y terminábamos como a las 5 de la tarde y todos mis compañeros se iban a los departamentos a jugar Nintendo, y yo me quedaba hasta las 7 u 8. ¡Así de obsesivo era y lo hice los tres meses que duró el programa! (risas).


Eduardo en una escuela de África, ayudando en proyectos educativos

Después entraste a la universidad, ¿seguiste siendo igual?

Ya el último año del colegio bajé un poco el ritmo para poder preparar la prueba y luego bajé la intensidad cuando entré a la universidad, donde con unos compañeros jugábamos algunos campeonatos de tenis por la U, pero ahí empecé a trotar sólo por amor al arte. En ese tiempo fuimos compañeros con Felipe Van de Wyngard, quien en esos años comenzaba a dar sus primeros pasos en el triatlón. Recuerdo perfecto el primer contacto que tuve con el triatlón, fue en Pucón, en un viaje de la U y Felipe corría una posta. Nosotros veníamos saliendo del carrete y lo fuimos a ver competir, y quedé loco con la competencia.


En los rápidos del Nilo

Después de terminar los estudios trabajaste por 10 años en JP Morgan y nos contaste que trabajabas de sol a sol, ¿qué pasó en ese tiempo?

Cuando entré a trabajar a JP Morgan fueron 5 años acá en Chile y 5 en Nueva York. Y como te contaba mi trabajo era muy demandante, eran jornadas muy largas pero de alguna manera me las ingeniaba para meterle deporte al día, algún trote o entrenamiento de pesas. Acá en Chile, por ejemplo, trabajaba en el edificio Birdman que tenía un Sportlife abajo y aunque me quedara hasta las 3 de la mañana lo hacía. Muchas veces lo hacía en la noche mezclado con el trabajo. Lo mismo en Estados Unidos donde hay gimnasios en todos lados o cuando viajaba. Lo que pasa es que llegaba a mi trabajo mucho más despierto gracias al deporte que cuando no lo hacía.

¿Cómo llegas al triatlón?

Antes de renunciar en Estados Unidos, vi el video de Kona y quedé totalmente inspirado e impactado por las distancias. Lo recuerdo perfecto: había salido a trotar en la mañana y cuando regresé a mi departamento, prendí la tele y estaban dando un resumen de la carrera. Y quedé con la idea de hacerla algún día.


Junto a ellas comenzó la empresa de micro créditos y ayuda escolar en Tanzania

Ahí renunciaste a tu trabajo exitoso, ¿por qué lo hiciste?

Renuncié a mi trabajo y dediqué seis meses de mi vida a recorrer el mundo y también en enfocar mis energías para ayudar a otras personas en África en un voluntariado. Donde lo primero que hice fue hacer clases en colegios en Tanzania. Luego trabajé en la construcción de una plataforma para recolectar fondos para la construcción de colegios en Kenia. Y lo tercero fue formar una fundación sin fines de lucro y así entregar microcréditos a gente de África donde los intereses se reinvertían para la educación de los niños. Y me sobraban dos o tres horas del día y formamos la compañía Yayo que sigue funcionando donde hay más de 70 familias que ayudamos.


En la cumbre del Mount Muhabura a 4.137 msnm, llegando con un soldado del ejército de Rwanda (con el récord del "blanco" más rápido en subir y bajar a la cumbre)

Antes del viaje a África fui al Everest, a Nepal, por un mes y medio donde llegué al campamento 1 e hice mucho trekking. Después hice mi centro operaciones en Tanzania para mi voluntariado durante la semana y en el fin de semana hacía deportes extremos o alguna aventura entretenida. Las más destacadas fueron el raffting extremo en el Nilo en una balsa con dos personas, hacer cumbre en el Kilimanjaro (Nos muestra sus registros fotográficos mientras sigue el relato). Después fuimos a buscar a unos gorilas, estuvimos con unas jirafas en Kenia, ese tipo de locuras. Con cocodrilos también.


En la cumbre del Kilimanjaro

Con la intensidad con que vives las cosas, ¿no te da miedo perderte el proceso?

Es que el proceso lo disfruto muchísimo. Es igual o más gratificante que el fin. El entrenamiento de la semana lo disfruto mucho y es porque te tiene que gustar, porque el fin puede ser importante, pero no lo es todo. Pero para terminar el viaje, entre medio de todas estas aventuras me llega el mail del triatlón de Pucón. Pero antes de eso, hay una aventura muy entretenida en la frontera de Uganda con Ruanda, donde hay un cerro que es uno de los más empinados de África y el que hay que subir y bajarlo en el día porque es súper peligroso por dos razones: uno por los rebeldes que están en los alrededores y dos por el wild life, sobre todo los elefantes que te atacan en manada. Y para hacer esa cuestión tuve que ir con 12 militares del ejército de Ruanda porque no saben tu estado físico. Pero mi meta era llegar lo más rápido posible. Cuento corto, llegué sólo con tres de ellos hechos papa y me convertí en el blanco más rápido en hacerlo (risas).


Pucón 2016

Pero volviendo al triatlón, me llega lo de Pucón y me inscribí, esto el 2014 y dije ya po, cuando llegue Chile veré que hago, pero ya tenía el equipamiento. Y en octubre empecé a entrenar solo. Me acuerdo perfecto que era el 10 de octubre, justo para mi cumpleaños, cuando por primera vez pedalié más de 35 kilómetros. Claramente no estaba bien preparado. Y un amigo de New York, que ya estaba en el TYM acá en Chile, me invitó a pedalear y conocí a Rubén y se dio. Cuando terminé la carrera me di cuenta que era el deporte que realmente me gustaba. Lo hice en 5 horas y 15 minutos. Lo sufrí pero lo terminé. Fue muy emocionante porque eran muchas cosas que hice por primera vez, el nado en aguas abiertas, ponerme un traje de agua, la transición, en fin. Fue muy emocionante. Y ahí decidí hacerlo como corresponde.


Meta en Hawaii 2015

En un año y medio desde ese primer Pucón hiciste todas, clasificaste por lotería a Hawaii, ganaste tu categoría en Manta, corriste carreras de running con excelentes tiempos, ¿Esa intensidad es propio tuyo?

Es propio, pero me puse objetivos de corto y mediano plazo, y me planifiqué y me programé en 4 días un año entero. Me metí al TYM y unos amigos en New York me comentaron que la lotería era acumulativa, entonces a media que te inscribías tenías más chances, hasta que la segunda semana de abril me llega un mail diciendo que había clasificado (risas). Llamo a Rubén y le dije qué hago, me dice tómalo y me inscribo. Descarté Miami y reorganicé el año con un plan según mi intensidad para hacer Kona y terminarlo bien y que me gustara. Fue un proceso bien intenso. Tuve vacaciones con mi polola y me preparé mentalmente para la carrera, compitiendo primero en Manta, al pie de la letra con lo que me decía Rubén y leí muchos libros para entenderlo bien. Corrí Manta donde me fue súper bien donde hice 4h30m pero te prometo que no sabía nada. La bicicleta la hice en 2h26m y no sabía si era bueno, y en el trote me pillo a Claudio Nieto y me dice vas primero en tu categoría. Eso me dio tranquilidad y clasifiqué al mundial de este año.


Manta 2015

¿Cómo fue tu primer Hawaii?

Increíble.Una experiencia que la quiero repetir por el ambiente. Fue muy divertido porque todo el mundo me preguntaba si había llegado por clasificación y yo no, por lotería y me puteaban porque había corrido tres triatlones y estaba ahí (risas). Ahí hice 10h12m. Me acuerdo que en la comida con el grupo de Ken Glah, había sido el que había hecho el mejor tiempo de todos! (risas).


Ciclismo en Hawaii 2015

¿Qué anécdotas te han pasado por quemar tantas etapas tan rápido?

Hay muchas porque me acelero. En Manta se me olvidó sacarme el speedsuit después del nado, y anduve los 90 km de la bici con el speedsuit puesto de la cintura para abajo. En Colico hice un buen nado y salí a pillar a Moisés Torres y por acelerado doblé mal y llegué a un camino de tierra y me tuve que devolver como 5 kilómetros. Ahora, en la última, fui al medio de San Diego donde había un límite de velocidad y quedé DQF por exceso de velocidad, pero la terminé igual y quedé segundo en mi categoría y con el mejor tiempo en el trote entre los age group.

¿Como se congenian tantas horas de trabajo con el triatlón?

Hay que ser disciplinado y ordenado en todo, en el entrenamiento, recuperación y la alimentación. Esa es la fórmula. Hay que despertarse más temprano y preocuparse de las tres cosas anteriores, lo que me permite funcionar mucho mejor en el trabajo. Estoy tratando de contagiar a mis socios para que se sumen.


En su oficina con sus socios en la pantalla

Tu departamento está lleno de tecnología para el entrenamiento, parece un laboratorio, ¿qué buscas con tanta tecnología?

Trabajar y vivir muy cerca me optimiza mucho el tiempo. Y una manera que encontré es tener lo que necesito en mi casa. Pero también me gusta medir todo y tener un setting como el que tengo acá. Trato de analizar mis entrenamientos y ver un poco los progresos para ver qué puedo cambiar. Pero tenerlo en mi casa, para poder controlar la mayor cantidad de variables, es para mi la clave. Hay que ser metódico.

¿Cuáles son tus chiches favoritos?

Un medidor de potencia para el trote (Power Meter Stryd), es lo que va a venir en los próximos cincos años, porque te permite entrenar de una manera más inteligente. También un calcetín que te mide el índice de lactato en la bici y en la trotadora. Es tecnología nueva que está partiendo pero ayuda.


Además tienes un sauna y un yacuzzi para poner agua helada, ¿no te da miedo cansarte siendo tan fanático?

No, me conozco bien. El triatlón conjuga varias áreas que ayudan y la alimentación es fundamental y el triatlón mezcla muchas de las cosas que me gustan mucho.

¿Cuáles son tus próximos objetivos?

El mundial 70.3 y obtener un buen rendimiento, ojalá un top 20, pero ahora compito conmigo mismo. También Hawaii y mejorar el tiempo y seguir mejorando el 70.3 y me queda mucho por aprender porque hago muchas cosas de novato.

¿Qué tal tu vida social?

Me di cuenta que el triatlón es muy exigente. Y la Paloma, mi polola, que es bien deportista me acompaña. Y mis amigos y mi familia no los he dejado, porque es lo más importante porque sino no funca.

¿A quién le agradeces?

A la Paloma, a mi familia, a Rubén Arias porque no debe ser fácil tener un alumno tan intenso y me ha ayudado muchísimo. A todos mis compañeros del TYM, porque lo encuentro espectacular donde he hecho grandes partners, que son referentes como Pablo Safrana.

Y he tenido la suerte de tener el apoyo de marcas como Brooks, Xterra, Tamaya Gourmet y Babar Gourmet, quienes me han apoyado. Brooks desde el día uno ha estado ahí y el amigo Kaplún me a ayudado mucho y Xterra también. También a Tamaya y Babar.

¿Quien quiere ser Eduardo Della Maggiora?

Difícil la pregunta. Este es un deporte donde la única competencia es con uno mismo y para ser mejor en todos los planos, el deportivo es uno más y hacerlo es muy gratificante porque el triatlón me llena muchísimo y lo veo a largo plazo.

Gracias Eduardo por tu tiempo, y que tengas mucho éxito, más del que que ya tienes!!!

Entrevista realizada el 29 de abril de 2016

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