El (Duelo) Juego Magendzo-Flores (by Flores)
Así no más fue. Tal cual lo cuenta el gran Magendzo. El juego comenzó a gestarse uno de esos sábados eternos. Yo sentía que el entrenamiento estaba dando frutos. Ya los pedaleos largos dolían algo menos, mi ritmo era un tanto mejor y no terminaba tan atrás. Llegaba la bicicleta nueva, y con ella una gran inyección anímica. Luego de hacer un par de pedaleos largos en ella, me empezaba a acomodar y de a poco comenzaba a aumentar mi confianza. Pero la “amenaza”, vino un día terminando uno de los entrenamientos de natación, donde claramente sufro mucho, a diferencia de lo que le ocurre a mi amigo, que se desliza, literalmente, como pez en el agua. Yo luchaba ese día para mantenerme a flote. Rubén (el coach) me gritaba desde fuera: “Tranquilo, debes estar cansado del fin de semana”, y Magendzo, un poco más exigente, acotaba: “Ya po’ Flores!! Así ni siquiera vas a salir del agua en Brasil”. Sufre un poco!!!“, cerrando su última serie de 200mts en 2:45’, comentando que por fin se había soltado un poco en el agua. Yo, bastante ahogado aún, y luego su sesión de “friendly feedback acuático” que me ofrecía, le digo: “Magendzo, te voy a ganar en Brasil”. Evidentemente, la reacción de él y de varios más en la pista, fue una carcajada. “Este no sabe lo que habla”, debe haber pensado Ariel. Y efectivamente tenía razón. Pero con eso le comencé a responder desde aquel día, cada vez que me cortaba en el agua. La cosa es que, para sorpresa de todos, Ariel empezó a sacar cálculos, y ahí partió lo entretenido. Una mañana, voy saliendo del camarín y escucho venir una gran risa colectiva desde esa vaporosa y húmeda sala. Cerca de 15’ más tarde, me llama mi gran amigo Carlos Mazú, diciéndome entre risas: “Oye, Magendzo parece que se está asustando. Saliste del camarín y empezó a decir “no me puede ganar Flores”. En el agua le voy a meter 15’, en la bici otros 10’, y si corro en 3 horas y … no, no tiene por donde el mechón…”. Risa generalizada del camarín. La broma-juego-desafío empezó a propagarse entre todo el TYM, y se tornó un tema recurrente. Ambos seguíamos jugando, muy amistosa y distendidamente, como siempre, y todo seguía siendo una desmedida broma de este “Wanna-be-an-IM”, de bici nueva y de aletargado desplazamiento sobre el agua.
Así nos fuimos a Floripa, cada cual con su objetivo: El de Magendzo, bajar las 10 hrs. El mio, cruzar la meta y lograr mi primer Ironman. Ya en Brasil, veo a este Magendzo que anda más campeón que nunca. Lo veo sonriente, con confianza, sólido, físicamente impecable, con su Guru por fin sin problemas. Me da gusto verlo. Lo saludo cariñosamente, como siempre, y nos sacamos un par de fotos para inmortalizar el (duelo) juego. Es tal su confianza, que me dice: “Flores, saqué cuentas y si haces más que 10.30hrs te lapeo y yo te pellisco”. Hago matemáticas rápidas, y era un escenario más que probable… me asusto…
Domingo 30 de mayo. 4am. Suena la alarma. Desayuno con Mazú, nos juntamos con el grupo y partimos. Traje, lentes, gorro y a la playa. Está oscuro, hay viento… Ya estamos acá, y nos vamos a la línea de partida. A Magendzo ni lo vi esa mañana, y salió completamente de mi cabeza, también los tiempos, el pelliscón y todo.
Bbbbzzzzzzzz…. Al agua, nado como jamás había nadado en mi vida. Veo el reloj tan pronto salgo del agua, y marca 56’32’’. No puedo creerlo. Paso por la carpa, tomo mi bici, y a pedalear. En el km5 me pilla Mazú, y me dice: “pero que tiempo en el que salimos del agua”! Yo, feliz de que Mazú llegaba por ahí, y luego recapacito: “Salí antes que Mazú del agua!!???” El día partía bien…
Comienzo a pedalear y antes de llegar al giro de los 45kms, veo pasar de vuelta a Ariel con cara de bólido. Marco app 18’ de diferencia. Llego al giro y me comienza un fuerte puntada en el izquiotibial izquierdo, relativamente usual en mi. Pienso que es algo pasajero. Sin embargo, no pasa muy rápido. Me paro, me siento, elongo, me muevo, y nada. Por mi mente aparecen todo tipo de cosas... Iba en el km 60 y esa torpe idea de quizás tener que abandonar, no era opción. Saco ese pensamiento de mi cabeza y, afortunadamente, al llegar a eso del km80, el dolor comienza a declinar. Segundo giro y ya me sentía mejor. No estaba cansado, sólo me asustaba el dolorcito aquel. Vuelvo a ver al Bólido, y nos cruzamos con una diferencia mayor a su favor. Algo así como 20’ ahora. By the way, ni velocidad, ni pulso, ni cadencia, ni nada. El reloj de mi bici no funcionó desde el km20 en adelante… Llego a T2 y estoy sancionado sin haber sido advertido en la ruta. Me quedo en la “prisión”. Elongo un poco, tomo agua, voy al pipi room y salgo. Comenzaba a llover. Iban 6:35’ de carrera. Me sentía bien en los primeros kms del trote, así pasaron los primeros 21K en 1:42’. Me crucé por ahí con Magendzo y me llevaba mucha ventaja. El lapeo podía llegar a darse. Debía aguantar. Salgo a la primera vuelta corta y la cosa es bastante más dura. Empieza lo bueno, tal como me había advertido el experimentado Cárdenas. Sin embargo, notaba que mantenía el ritmo, aunque con mucho mayor esfuerzo, pero seguía siendo un buen signo. Terminaba ese giro con dificultad, ya bastante inmune a estímulos externos. Iban 9:05’ de carrera. A esta altura, ya me había cruzado con gran parte del TYM: Patty, Jaime, Boris, Román, Pinto, Mazú, Hans, entre otros. Nos saludábamos y nos dábamos ánimo. Pero de Magendzo, ni rastros. Al menos ya no se daba el lapeo... Veía que si mantenía el ritmo que llevaba, entraba justo en 10hrs. Ya estaba muy cansado y quería parar un rato, pero me propongo ir por ello. Ya estaba ahí y no me habría perdonado dejar de hacer ese último esfuerzo. Al menos lo intentaría. Así que un par de gritos y a seguir. Ya me dolía todo. Las piernas pesaban como un yunque, de esos grandes, pero sigo manteniendo el ritmo. Llego al km 39, donde van varios con pulsera naranja y negra “corriendo” y mirando su reloj cada 2 pasos. Yo iba igual. Decido seguir a uno de ellos y no mirar más mi reloj. Fue el rato que corrí más fuerte. Este tipo iba desaforado y yo iba a medio centímetro de sus pies, sin mirar más que eso. Cualquier movimiento en falso de Henry, la liebre, nos llevaría directo al suelo a ambos. Ya pasado el Campanario, mi liebre se detiene. Yo le grito. Noooo!. Yo iba un tanto nublado. Miro mi reloj y me doy cuenta que el tiempo debería alcanzarme. Este Henry me dio un mini gap. Bajo el ritmo, no doy más, pero aparece Hans Trautmann (el artífice intelectual del pellizcón) al otro lado de la calle, y me grita: “Flores, Magendzo a 100mts”. Creo que me costó un rato procesar la información, pero me dio el empujón que necesitaba. Corro otro poco, levanto la vista y lo veo. Me pego un pique corto y lo veo más cerca. Otro mini pique y ya estoy al lado. Me da risa. Pasan muchas cosas por mi cabeza: lo abrazo y llego con él?, sigo acá atrás? le doy el pellizcón?... pienso por un milisegundo en toda la joda previa y la humorada pudo más… Me pego el último micro pique (digamos 2 pasos rápidos por uno lento o quizás dos lentos por uno rápido), le aviso con la señal acordada y cruzo la meta.
Salto de alegría y termino arrodillado en el suelo, entre exhausto y el efecto de la risa de haberle dado el pellizcón. Pero más que todo, por la infinita felicidad de haber cruzado la ansiada meta. Magendzo aparece inmediatamente, y como un grande, me levanta del suelo y nos abrazamos fuerte. No nos da para hablar. Sólo reíamos. Y claro. No era para menos. Ariel Magendzo lograba bajar las 10 hrs, que era por lo que había venido a Brasil y yo, por mi lado, cruzaba la meta de un IronMan, mi primer IronMan.
Ya de vuelta en Santiago, me encuentro con Magendzo. Tenía que ser en la piscina Y obvio. El, encabezaba las series de 300 metros pasando 1:25, y yo, desde lejos, esperando al inicio de la pista, miro un tanto ahogado cómo este animal ya pareciera estar recuperado, y reafirmo que, si bien tuve un gran día en Brasil, Magendzo seguirá siendo sujeto de mi total admiración.
Un gran abrazo