Carlos Vasquez: Duatlón de Aventura Torres del Paine 2011
Cuando tomé la decisión de participar en este Desafío no dimensionaba la real magnitud de lo que esto significaba. Originalmente seríamos 3 los participantes del CyT Amancay que estaríamos presentes, pero al final quedé sólo yo. Con mi bicicleta de MTB en Punta Arenas, ya no había vuelta atrás. Mi amigo Patricio Flores me hizo el contacto para viajar con un amigo de él, ya que no me podría acompañar como estaba planificado originalmente. Es así como la mañana del día sábado partimos desde la casa de José Miguel Buvinic, con su hermano y sus hijas… Ellos correrían en la Categoría Recreativa por equipos. Nos seguía en su camioneta un amigo de ellos, Rene Jara, quien correría en la Categoría Recreativa Solitario. Desde el inicio del viaje me daba cuenta de lo difícil que se hace la vida en tan remota zona. Con la carretera absolutamente congelada el conducir se hacía complicado, incluso con los neumáticos con clavos. Comenzó a amanecer y se descubría un paisaje maravilloso, mientras que Tomás amablemente me contaba sobre la historia de la zona y sobre los lugares que íbamos pasando. En el camino tuve la oportunidad de ver algunos zorros, flamencos y guanacos, que se contrastaban con el paisaje blanco de nieve y hielo. Llegamos a Puerto Natales después de varias horas, pasamos al tomarnos un café y seguimos a Cerro Castillo. Sólo eran 60 kms, pero de un camino muy difícil… Llegamos casi a la 1 de la tarde, procedimos a inscribirnos y después a almorzar unos ricos tallarines dispuestos por la Organización.
Empiezo a ver el paisaje y le pregunto a uno de los organizadores ¿Cómo esta la ruta? Y me dice… muy buena… con nieve y escarcha!!!... Me doy cuenta que mis neumáticos Flyweigth 330 no me servirían, por lo cual los cambié rápidamente por unos Rocket Ron con mucha más “garra” que los anteriores. Me cambié de ropa… 4 capas, Balaclava, calcetines de neopreno, guantes… etc… Súper abrigado. Entre los atletas se destacaba como invitado a Matías Brain, quién daba una pequeña charla sobre triatlón en el Gimnasio Municipal previo a la charla técnica. Comenzó la charla técnica y yo seguía poniéndome ropa en el baño… Cuando salí la charla ya terminaba. Procedí a dejar mi bici en el camión que las llevaría a Cerro Guido, lugar de partida. Le dejé mis zapatillas de trote encargadas al chofer de uno de los buses, quién me las pasaría al momento de la transición. Nos subimos a un bus e iniciamos el viaje… Un poco de frío y nervios se mezclaban en el pequeño transporte, los vidrios empañados nos impedían disfrutar de la vista hermosa del Parque Nacional Torres del Paine. Después de 1 hora de viaje llegamos a la Partida… Una Estancia en medio de la nada… Hacía mucho frío. Hice mi calentamiento en la bici, dispuse mi linterna en el manubrio, 2 power gel en un bolsillo y estamos listos. A minutos de la largada se puso a nevar y veíamos como se nos venía una nevazón inminente. Ya en el punto de partida, al lado de Matías Brain, le pregunto como estaba… “Nervioso”, me dice… Para él también era primera vez que se enfrentaba a un desafió así.
Un minuto para la largada anuncia el organizador… Y un corredor me dice… “oye… estas pinchado”… Miro mi rueda trasera y efectivamente estaba totalmente pinchado… Me bajo rápidamente y empiezo a cambiar la cámara, ya pensaba en salir sólo y detrás de todos… Me dan dos minutos más, logro inflar el neumático y doy las gracias por la espera…
Largamos. La salida fue muy fuerte desde el inicio y el grupo se estiró de inmediato, me ubico cerca del grupo principal y empezamos a bajar raudamente por una huella con muchas piedras y grietas… Bastante técnica, delante de mí caen 4 ó 5 corredores, lo que aprovechan los de adelante para apurar la marcha, ahí se separan los grupos y me quedo rezagado en un segundo grupo pequeño, dejamos de bajar y empezamos a cruzar la pampa a campo traviesa, algo de barro y saltos, un terreno muy disparejo, ya se veían un par de escapados y los grupos se transformaban en una larga fila india, pero con los corredores más bien separados entre ellos. En el km 6 volví a pinchar… Tal vez monté mal la cámara o quedó algo en el neumático… No sé, el hecho es que estaba pinchado y sin otra cámara… Pero tenía parches. Me bajé de la bici, saqué la rueda y me senté en medio de la pampa a parchar mi cámara… me empezaron a pasar todos… Me tomé mis minutos para parchar y seguí… No sé si quedé último… Creo que no… Pero ya estaba lejos de los de adelante. Comencé a remontar en la pampa, apareció un corredor, lo sobrepasé y así recuperé varias posiciones. Ya llegaríamos al camino principal y podría remontar más. En la inmensidad de la pampa y con las montañas nevadas de fondo sólo pensaba en pedalear fuerte y a la vez disfrutar del paisaje que aún se podía ver, a pesar que la noche ya se anunciaba. Llegamos al ripio y empecé a “meterle”… Recuperé dos posiciones más y me pilló la noche, encendí mis luces y seguí pedaleando. La temperatura empezó a caer muy rápido, claramente ya estábamos bajo cero y el frío se hacia notar sobretodo en las manos… Se me congelaban los dedos de las manos y los pies me dolían de frío.
La temperatura baja puso el camino que ya tenía una capa de hielo muy resbaloso, demasiado peligroso para ir muy rápido sin saber que venía adelante y sin ver los planchones de hielo. Debía tomar una decisión… Seguía metiéndole, arriesgando una caída o pedaleaba más conservadoramente y aseguraba mi posición. Opté por la segunda y bajé un poco el ritmo, la bici se me iba para todos lados… Nunca había pedaleado con hielo, estuve varias veces a punto de caerme, lo que afortunadamente no pasó. Ya se veían a lo lejos las luces de la zona de transición ubicada en la Estancia “El Chingue”, llegué y ubique al chofer del bus quien tenía mis zapatillas, le dejé el casco y me cambié de zapatillas con mucha dificultad… Tenia los dedos congelados.
Empecé a correr con un poco de miedo por la nieve y hielo que había en el camino y lo hacían un poco resbaloso. Le tomé el ritmo al camino y a lo lejos vi un par de lucecitas que iban delante de mí y me propuse alcanzarlas… Tenía 10 K para hacerlo. De a poco se fueron acercando, hasta que los alcancé como en el km 5, aproveché de descansar con ellos y después seguí un tanto presionado por “otra luz” que se acercaba rápidamente… Seguí a un ritmo constante, y la luz se acercó hasta el punto de pasarme… Traté de pegarme a él, pero no pude y me corté a los pocos metros… A los pocos minutos ya estaba sólo nuevamente y las dos pequeñas luces que venían atrás seguían a unos 500 mts. A esa altura ya estaba dispuesto a disfrutar lo que quedaba de carrera, ya tenía a la vista las luces de Cerro Castillo que brillaban fuertemente en la oscuridad de la noche austral. Un poco más allá habían una balizas brillando que pensé eran un punto de abastecimiento o algo así… Pero no había nada, era sólo la entrada a un campo… Seguí por el mismo camino y unos 2 kilómetros más allá llegué a un río… Que le ponía fin al camino… ¿¿¿Por dónde paso??? Busqué por las orillas donde pasar, pero no se veía nada y no sabia que tan profundo era como para pasar caminando… Estaba perdido!!!!… Recién ahí entendí que las balizas no estaban ahí por casualidad… Seguramente eran la indicación de un desvío, pero claro, como no oí la charla técnica no escuché esa parte… Me dispuse a trotar de vuelta por el mismo camino… A unos metros más allá venía un auto y me dice que estaba perdido que debería haber entrado donde estaban las balizas, pero que por ese camino igual llegaría, volví al río, me subí al auto y bajé al otro lado del río… Seguí trotando a la meta… Pero sólo con un inconveniente… Iba llegando por el otro lado!!... Los organizadores que estaban en la meta no entendían nada… Les expliqué que me había perdido y que había llegado por el río y me preguntaron “¿¿¿y no viste las balizas???”... Jajajajajaja… Nos reímos un rato… Ya había llegado y estaba feliz.
Al final fue una experiencia diferente a lo que normalmente hago, con un paisaje de fondo increíble, con una calidad y calidez humana en pocos lugares vistas. Obviamente, después de todos los “inconvenientes” que tuve, no ocupé lugar alguno… Pero para mi tranquilidad mi desafío era otro… Correr, competir, disfrutar y llegar… Y eso fue lo que hice.
Termino mi relato agradeciendo a los Hermanos Buvinic por su hospitalidad y gentileza y a Rene Jara con quien me regresé a Punta Arenas y con quien tuvimos todo el viaje para conversar de una de las cosas que más me apasiona… el Triatlón.
Carlos Vasquez
Ciclismo y Triatlón Amancay