Eugenio Palacios: “Habrá otros IM, pero este es único, es el primero”


Race Report IM Floripa 2016

Estimados amigos,

Tenía la duda de si escribir o no un race report de Floripa, porque esto de la prosa no se me da mucho. Pero luego de pensarlo mejor me convencí de que puede valer la pena, tanto como para dejar escrito un recuerdo al que puedo acudir en el futuro, como para compartir las cosas que viví como “newbie” en esto de la distancia larga, experiencias que bien pueden llegar a serle de utilidad a alguien que quiera saltar a la aventura de su primer IM.

Esta carrera para mí ha sido una enorme experiencia de vida, una prueba de fortaleza mental, de lucha contra mis egos. Esto no sólo por la carrera, sino más bien por el camino que recorrí para llegar a largada, enfrentando una tremenda (e inusitada) carga laboral en las semanas peak de entrenamiento, luchando contra lesiones y frustraciones, con problemas familiares que no me dejaban mantener el foco. Saber que no estás pudiendo entrenar todo lo que debes mientras ves en Facebook y WhatsApp como tus amigos comparten con alegría (y sufrimiento) como iban cumpliendo con el programa de entrenamiento, te pone encima una enorme carga de inseguridades y miedos. Era el primer IM, no sabía a lo que iba, no sabía si estaba haciendo al menos lo mínimo suficiente.

Pero llegó el día de la carrera. Tenía expectativas muy aterrizadas por lo que nunca me sentí nervioso o ansioso, los nervios surgen a veces de la presión que nosotros mismos nos ponemos.

7:10 am y ahí estaba yo, en la línea de largada. Un océano enorme se desplegaba delante de mí, miraba las boyas “están realmente a la CSM…”, pensaba. Esta era la gran prueba para mi, 3.800 metros, “csm, csm…vamos”, tenía que hacerlo.

Se pone a llover, suena la sirena… corro, me zambullo, intento relajarme. “Busca tu ritmo en el agua y nada tranquilo, la prueba es larga y no hay apuro…”, me acordaba del consejo de Nacho.

Pronto alcancé mi velocidad crucero y llegué a estar tranquilo a pesar de que los escualos de los age group que largaban después pasaban por encima sin contemplación alguna. Llegando a la primera punta de la M me detengo a mirar, llovía realmente como si tiraran el agua con balde “si esto no para la bici va a estar del terror”, pensaba. Doy el giro y alguien me pone un manotazo que me sacó los lentes… agradecí tanto a la persona, no recuerdo quien, que minutos antes de largar me aconsejó poner los lentes bajo la gorra… de no haberle hecho caso ciertamente otra habría sido la historia.

El resto de la natación fue tranquila, me fui a mi ritmo y hasta pasé gente (si!, yo pasé gente en el agua! jajajajaja). Salgo y miro el reloj 1:25, 5 minutos menos de lo planeado y eso que según el Garmin nadé 4.200 mts. Tengo que decirles que ese momento en que salí del agua ha sido uno de los momentos de mayor satisfacción en mi vida. De verdad les digo que si después del agua por cualquier razón no hubiese podido terminar la carrera, yo me habría ido igual con una enorme sensación de logro… hacer los 3.800 metros lo veía como un imposible apenas un año antes.

La noche antes de la carrera el Lalo me dijo algo que acabó siendo providencial, me dijo “va a llegar sí o sí un momento de la carrera en que te vas a querer retirar y cuando esa guea pase tienes que seguir, apretar los dientes y seguir… van a ocurrir cosas que te van a obligar a cambiar completamente tu plan de carrera y te vas a tener que adaptar y seguir…” y fue exactamente eso lo que viví en la bicicleta.

Yo sabía que tenía que ser muy conservador en la bici, el escuálido volumen de trote con el que llegaba me obligaba a ser en extremo prudente si quería enfrentar luego el maratón con dignidad. Iba con potenciómetro “200 watt normalizados… no más que eso wn, no te atrevas a ponerle más…”, me repetía. El watón me había hecho el cálculo y para mí era ley.

Llovía que se las pelaba y con el agua parecía que los Patrick en la ruta se replicaban como gremlins, había que tener cuidado.

Yo seguía mi plan de carrera mirando el Garmin y esquivando patos. Km 60 y FUCK!!!!, me doy cuenta que había perdido mi segunda caramagiola con carbos “csm, csm y mil veces CSM!”, había perdido de cuajo un 40% de toda mi comida para la bici, esto cambiaba todo. Había dejado un power bar y dos geles en el special needs que estaba en el km 130 aproximadamente, “no es tan terrible, no es tan terrible…”, me decía a mí mismo, “tengo que dosificar lo que me queda hasta el 130…”.

Km 70 y me empieza una puntada en la guata, yo creo que en parte gatillada por el stress de haber perdido la comida y todo lo que eso implicaba. Era un dolor de mierda bajo la costilla, al lado derecho. Aumentaba, aumentaba… al punto que tuve que hacerme a un lado y parar “por la chucha, como mierda voy a pedalear todo lo que queda con este dolor!”, de verdad me dieron hasta ganas de llorar de la frustración (ya sí, lagrima Palacios…), quise mandar todo a la mierda y me acordé del Lalo “tengo que apretar los dientes y seguir”, me dije.

Me subí a la bici, empecé despacio, respiraba hondo y en ese momento me pasa una mina que estaba más rica que la chucha, “Dios me ha enviado la motivación que necesitaba para seguir”, me pongo diez metros atrás y la sigo aguantando el dolor, pero motivado. Avanzamos 10 km a buen ritmo, pero tuve que soltar, dolía mucho y puteaba y puteaba aguantando el dolor y masticando frustración. Seguí despacio unos 5 km, encomendándome a todos los santos de los que me acordé en ese momento y me empecé a relajar y el dolor comenzó a ceder, así que empecé a ponerle más fuerte, siempre aguantando la tentación de superar el umbral calculado por el watón “lo perdido ya está perdido, no intentes recuperar…”, me decía como si fuera ley.

El km 130 se acercaba y por lo tanto mi reserva de comida, había que estar atento. Pero Murphy es Murphy y pasó lo que no tenía que pasar, ya que por muy atento que estuve, nunca vi el fucking special needs “fuck, fuck y refuck! Qué chuchas hago ahora?!”. “Van a ocurrir cosas que te van a obligar a cambiar completamente tu plan de carrera”, escuchaba de nuevo la voz del Lalo.

Me quedaba medio power bar y 50 km por delante, así que el nuevo plan era hacer durar el pedazo de power bar tanto como se pudiera y tomar isotónico en todos los abastecimientos. Agarré el power bar, me lo eché en la boca y lo guardé en un cachete como hámster para ir comiéndolo de a poco. En todos los abastecimientos tomaba un Gatorade, le daba un sorbo largo y lo tiraba. Tanto gatorade llevó a lo inevitable… tenía la vejiga que explotaba de tantas ganas de mear. Don Espinach me había recomendado hacerlo en la calza pedaleando nomás y yo ya venía preparado para eso, así que me había embetunado el quetejedi y alrededores con vaselina en la T1 y había dejado un short en la T2 para cambiarme. Y bueno, vamos a intentarlo, me paro en los pedales un poquito y trato de soltar el esfínter, pero algún bloqueo mental inconsciente no me dejaba, así que respiro hondo, me relajo, empujo y ahí estaba. Tengo que decirles que hay pocas cosas más placenteras en este mundo que estar que te meas y simplemente mearte… y bueno, es cierto que después tienes que pedalear pasao a chingue, pero créanme que con la adrenalina ni lo notas.

Me bajé muy entero de la bici, pero el trote era una historia aparte. Si bien yo sabía que era la crónica de una muerte anunciada, mis cálculos preliminares eran definitivamente más optimistas que como se dieron finalmente las cosas. Mi idea era correr bien unos 24 a 28 km y luego disfrutar de una buena caminata terapéutica, pero al km 20 ya me habían explotado las patas, así que me acordé de todos los largos y las pistas que no hice y bajé el moño con resignación. Prácticamente caminé toda la segunda mitad del maratón. Era una lata, porque me sentía muy entero en términos generales, con mucha energía para seguir, pero muscularmente de la rodilla para abajo ya no daba más.

Y bueno, terminé con un maratón de 5h y 12,5 h en total, lo que no está tan mal. Definitivamente vuelvo el próximo año a tomarme revancha, porque sé que lo puedo hacer mucho mejor.

No puedo cerrar este report sin dar de corazón las gracias a todos los que me acompañaron en este proceso, a todo el Team en general por la valiosa compañía que significan y en especial a todos los que me dieron algún consejo buscando siempre lo mejor para mí. Mención especial para el grupo de Floripa 2016, son todos unas grandísimas personas, me hicieron sentir como en familia. La estadía no pudo ser más grata.

A mis amigos de MedPro, especialmente a Juan y Hernán que hicieron lo posible y lo imposible para que superara mis lesiones y llegara a Floripa lo mejor posible. Y a Felipe que movía las perillas en la dieta en todo el proceso.

Palabras especiales para nuestros guerreros punta de lanza del Team Bustos, el Watón Rara y la Pierangelica, realmente compartir con ustedes me llena de orgullo y verlos triunfar lo vivo como una alegría propia. Son una fuente de inspiración para todos nosotros.

Y obviamente un agradecimiento de todo corazón para el Lalo, este hombre es un grande. Es sin duda una de las personas que ha tenido mayor influencia en mi vida. Gracias querido coach por hacernos creer siempre que lo imposible es posible… has hecho tanto bien en todos nosotros que estoy seguro que ya te has ganado el cielo.

Habrá otros Ironman, pero este es único, era el primero. Estoy seguro que me ha cambiado como persona, por que como diría alguien por ahí “un Ironman es un Ironman…”.

Eugenio “Keno” Palacios
Team Bustos

Fecha de la carrera: Domingo 29 de mayo de 2016

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