Felipe Mañalich: "De África a Hawaii" - Race Report IM Sudáfrica 2018
IRONMAN Sudáfrica Race Report
Me enfrentaba a mi quinto Ironman en siete años realizando este deporte, y sí, venía a buscar la clasificación. Y ahora creo más que nunca que la única metodología para conseguirlo es creer y honrar el proceso.
Voy a hacer un pequeño paréntesis contando mi experiencia previa para quien le sirva. La idea es compartir lo que ha sido este proceso personal, con el fin que cada vez seamos más chilenos presentes en Kailua Bay.
Dicho esto, mi “viaje” dentro del triatlón ha tenido tres escalas:
1.- Entrega: Sin tener un pasado deportivo en absoluto, en los primeros años me encomendé a Fernando Reeve, amigo y mentor a quien le hice caso en todo. Fernando es un gran fan del volumen de sus tiempos en Boulder, entrenando con Bustos y Allen. Esto me permitió preparar la carrocería, y lo más importante, lograr que me diera la cabeza para aguantar sesiones inagotables entrenando solo como un dedo. En palabras de él: “te estoy entrenando para poder entrenar”.
2.- Autoconocimiento: Durante un año y medio decidí entrenarme yo mismo. Leí cuanto libro existe sobre el tema y, luego de un sobreentrenamiento que me llevó a un resultado frustrante en el IM de Fortaleza (mi primer intento honesto en clasificar a Kona), aprendí a conocerme casi a la perfección, teniendo bastante claro qué me funciona y qué no. Tuve un momento introspectivo, vendí mis bicicletas, deseché Pucón 2017 y esperé que el cuerpo solito me pidiera volver. Y así fue. La teoría es importante, pero la práctica lo es todo.
3.- Competir: Poniendo las variables tiempo, personas, plata y cansancio sobre la mesa, decidí volver a encomendarme a un coach para intentar cumplir el sueño competitivo. No me gustan los teams (opinión netamente personal), así que eso lo descarté de entrada, y quería a alguien muy técnico desde el punto de vista deporte-ciencia. Contacté a Jorge Cajigal, doctor en fisiología, y decidimos ponernos a trabajar solo dos meses antes del IM de Florianópolis 2017. Él me vería el plan completo con foco en bicicleta, trote y fuerza, y para la natación me derivó a la seca de la Pili Caviedes. La nutrición la seguiría viendo con Felipe Araya. Quería hacer una buena carrera con el poco tiempo entrenado, así que no buscaba seriamente la clasificación (bienvenida era en todo caso), y haberla perdido por sólo 3 minutos 27 segundos, me dio la certeza que trazábamos el camino correcto.
Era el momento de ponerme ambicioso y, luego de un análisis en detalle, elegí Sudáfrica para intentar cumplir el objetivo. Esto último es clave: Saber escoger LA carrera.
Por primera vez me enfrenté a un ciclo de entrenamiento diseñado desde “la calidad”. El volumen ya lo tenía, así que lo necesario era enfocarse en los ritmos que había que lograr (y más importante aún: No perder el tiempo). Para hacerlo, Jorge me tuvo que “desconfigurar” de mi costumbre del volumen (no tengo ningún problema anímico en pedalear 180k en la radial sin parar o dar vueltas a una rotonda por 8 horas). Lo buenísimo de entrenar con un fisiólogo es la claridad con la que uno puede definir las zonas, cruzando potencia, pulso y, más importante aún, lactato, trabajando con lupa la eficiencia. Ahora bien, lo que manda siempre es “la sensación de esfuerzo percibido”.
Últimos Test de Lactato previo a la competencia
Todo lo previo a Sudáfrica estaba diseñado para lograr cosas específicas, siendo Pucón un “mero entrenamiento”. Y haber conseguido de paso la clasificación al Mundial 70.3 en una de las categorías más competitivas, era una nueva señal de que íbamos bien, a buen ritmo y cadencia.
Port Elizabeth
Reconocimiento circuito
Llegué 5 días antes de la carrera, lo que fue perfecto para reconocer el circuito, combatir el Jet Lag, tener todo en orden, aclimatarme y relajarme. Una semana taper que me permitió descanso, ponerme a punto y darme hambre competitiva. Fue muy práctico, cómodo y entretenido poder compartir esta última etapa junto al capo de Sergio Alarcón. Ambos llegamos, en literalidad africana, “aleonados” a la largada.
Reconocimiento circuito
La Carrera
En las competencias de Endurance, no hay mejor aprendizaje que las horas de vuelo. Cuando sonó el despertador a las 3:30 AM estaba confiado en que sería un gran día. Por lo mismo la mañana fue muy tranquila, con ningún tipo de imprevistos (más allá de la típica tercera pasada al baño, una vez que uno ya tiene puesto el traje de agua).
La partida era en formato Rolling Start, con 10 atletas cada 10 segundos. Mi idea era meterme en un grupo en la delantera desde el principio así que largué, junto a otros 9, primero.
Una sola vuelta, con bastante oleaje, partiendo fuerte para luego mantener. Buenas sensaciones sumadas a la adrenalina de la eventual aparición de depredadores, porque si bien está todo resguardado, la locación sigue siendo una meca de tiburones blancos, me hizo hacer un buen parcial de 55 minutos a ritmo de 1:27 el 100. ¡Empezamos bien!
La primera transición, con un beso a la distancia de mi Josefina incluido, me catapultaba a hacer una buena segunda etapa, teniendo claro que la bicicleta es la parte para usar la cabeza. Eran dos giros de pavimento rugoso (bien pensados los 110 PSI en las ruedas para no ir dando tanto bote) con una altimetría acumulada de 1.400 metros, con fuertes vientos cambiantes. Hasta el KM 135 todo iba según el plan: Potencia (232watts), velocidad (36.5 KMxH), alimentación, hidratación y sensación. Ahora bien, en una jornada completa dedicada a la competencia deportiva cualquier cosa puede pasar y al dar el último giro, cuando ya había un viento en contra que parecía un muro, simplemente me desvanecí. No lograba entender qué pasaba, pero me sentía mareado, sin nada de fuerza y el pulso no me bajaba. Fueron unos 10 minutos desesperantes y cuando logré volver a concentrarme, tenía que tomar decisiones.
La teoría dice que, si no tienes un final de bicicleta fuerte te moriste, y no serás capaz de defender el trote. Con este caldo de cabeza pedaleando en contra me enfoqué a todo lo contrario: “Hiciste una buena natación, hiciste unos muy buenos 3/4 de bici y todavía te queda un maratón para el cual estás preparado, así que recupérate” ... y le hice caso a mi Pepe Grillo. Me puse a comer más, a hidratarme más, bajé la potencia a Zona de Calentamiento, y me afirmé de las barras sin caer en la tentación de no perder posiciones frente a los que me fueran a pasar (porque me iban a pasar varios sí o sí). Fue casi un proceso de meditación con principal foco en lograr una respiración Zen. Finalmente, luego de uno de los procesos mentales más complejos que he enfrentado, mi pulso se regularizó y llegué a la segunda transición con la energía de vuelta. ¡A recuperar CTM!
El trote siempre había sido mi peor disciplina, pero por primera vez los entrenamientos me habían dado la seguridad que podía hacer uno competitivo. Me puse ambicioso y partí fuerte haciendo la primera de 4 vueltas a 4:15 el mil, recuperando posiciones en el único giro que uno tiene certeza de quien va adelante de uno. El calor era intenso, mi cabeza estaba funcionando bien, pero de a poco el ritmo fue decayendo, cosa lógica post una eventual bici con más cartuchos quemados de lo correspondiente.
El segundo giro fue el más duro de todos, empezando el tercero con los dientes apretados enfocado en “ahora es cuando se decide”. El constante apoyo de las miles de personas en el trayecto y la posición estratégica de mi cheerleader personal, me daban nuevos aires para no aflojar. Quedando sólo 7k mi Jose me grita “¡Mantenlo que lo logramos... vas 5to!”. En eso mis ojos se llenan en lágrimas, señal de que mi deshidratación no era completa, porque al ser un Championship sabía que mi categoría daría aproximadamente unos 11 cupos. Al mismo tiempo Florianópolis me había enseñado que la carrera no se acaba hasta la meta, así que debía seguir apretando, lo que en sensación a esas alturas es desgarrador y sólo se traduce a que el ritmo simplemente no decaiga más.
Asimismo, como la largada es en formato Rolling, siempre hay un desajuste que corregir, y dado que fui primero, de seguro no me favorecería. Y así fue.
No tengo palabras (aparte a estas alturas del race report ya se me agotaron), para describir la emoción que fue llegar a la alfombra hacia la meta. Me puse a planear, a chocar manos y a tirar besos, todo empapado en sudor y llanto. Gritan mi nombre mientras recordaba todo lo que significó llegar hasta ahí.
Unas últimas calorías para levantar los brazos y hacer rugir mis cuerdas vocales, poniendo punto final a una experiencia trascendental.
Debo partir agradeciéndole a mi Josefina por su apoyo inconmensurable en todos los aspectos de la vida, porque “lo logramos”, como me gritó ella en la meta, juntos y revueltos.
Gracias Jorge por ser el guía que necesitaba. Gracias Pili por ayudarme a mejorar aún más. Gracias Cook Araya por ser mi pseudo psicólogo y facilitador de combustible. Gracias Feña Reeve por mostrarme el camino. Gracias Pancho Zurob de Altered por la buena onda y el servicio personalizado para este obsesivo que llamas “Pesadillalich”. Gracias Nico Neumann, mi socio y partner que sabe que esto es algo con la que ya vengo. Gracias Diego Bunster por hacer que nuestra agencia de publicidad Museo funcione de tal manera que me permita hacer estas demencias.
Gracias Mamá y Papá, por regalarme la vida.
Sumo Ficha Técnica para los detallistas (y para tentar a auspiciadores).
- Tri Suit: Ryzon Myth
- Traje Agua: TYR Hurricane 5
- Bicicleta: Canyon Speedmax CF SLX
- Potenciómetro: Garmin Vector 3
- Computador Bici: Garmin Edge 520
- Casco: Giro Aerohead
- Zapatillas Bicicleta: Bont Zero+
- Computador Muñeca: Garmin Forerunner 935
- Zapatillas Trote: Nike Vaporfly 4%
Aloha,
Felipe J. Mañalich Raffo
Fecha de la carrera: Domingo 15 de abril de 2018