Andrés Sauma: “Me había convertido en un ‘Icon’”


Race Report Icon Xtri 2022

Originalmente estaba en Start List para 2020, pero el Covid llegó como pandemia global y mis planes se movieron para 2022.

Esta era la continuación de mis desafíos Xtri. Ya había completado Norseman 2016, Celtman 2018 y Patagonman 2019. Cada carrera con sus desafíos propios que los hace particularmente difíciles en una, dos o las tres disciplinas. Icon Xtri no fue diferente.

Para esta carrera hubo 2 aspectos principales que parecían desafiantes: Distancia y elevación acumulada del circuito de ciclismo.

Seis cuestas importantes que te llevan a un recorrido inolvidable por Italia y Suiza. Las primeras cuatro no parecían particularmente duras, o al menos manejables. Fue la quinta, la que se llevó toda mi atención. El famoso Paso Stelvio con su extensión de 24K y sus 2.000m de elevación acumulada. Además de llevarte a 3.000m de elevación por sobre el nivel del mar, lo que dificulta el consumo de oxígeno. Si todavía no parece lo suficientemente duro, aún tienes que pasar por el Paso de Foscagno, con una extensión de 15K y una elevación acumulada de 1.000m. Por último, cruzar los dedos para que el clima te acompañe.

Siii, después de eso tienes que correr un maratón completo terminando en la cima del Centro de Esquí Carosello 3000. Los últimos 5K con una pendiente media del 16%. Ok, me inscribo!!

El Soporte

Mi gran amigo Romano Moreno tomó la responsabilidad de ser mi soporte para esta carrera. Ya lo había hecho antes para Celtman 2018 y Patagonman 2019. El conoce mi estrategia nutricional y trabajamos perfectamente como equipo.

El Arribo

Romano viajó a Italia unos pocos días antes y llevó mi bicicleta para evitar cualquier posible inconveniente con las líneas aéreas. Ya había tenido problemas en el pasado y cada vez es más frecuente escuchar comentarios de conocidos que han perdido sus bicicletas y equipaje debido a la negligencia de las aerolíneas.

Por algún motivo desconocido, Icon Xtreme Triathlon se realiza los viernes. Quizás tiene que ver con el tráfico vehicular de los fines de semana. Yo llegué el lunes de la semana de la carrera. Romano me recogió en el aeropuerto Linate de Milán. Viajamos en auto por tres horas y media hasta Livigno. Quedamos muy impresionados con la belleza de este pequeño pueblo, ubicado en un valle, rodeado de impresionantes montañas. Un pueblo conocido por sus maravillosos centros de Ski y que en el verano es transformado en una comunidad de deportes outdoor espectacular.

Livigno está ubicado en el norte de Italia, haciendo frontera con Suiza. La ciudad está ubicada a 1.800m sobre el nivel del mar, lo cual la hace una gran opción para entrenar en altura. Tiene un espectacular complejo deportivo llamado “Aquagrande”, con pista atlética, piscina temperada y un gimnasio completamente equipado.

Preparativos durante la Semana

Los días previos a la carrera fueron muy suaves. Cada día un poco de natación, ciclismo y running. Todo el trabajo ya se había realizado y ahora lo importante era deshacerse de la fatiga y llegar en la mejor forma posible. El martes fuimos a Carosello 3000, donde está ubicada la meta. Era nuestra oportunidad de revisar la última etapa de la carrera. La famosa escalada donde los atletas y sus soportes alcanzan la cumbre de la montaña.

El miércoles decidimos hacer el recorrido completo del ciclismo. Era buena idea revisar cualquier problema en el camino, bajadas técnicas y obtener una visión completa de los segmentos duros del circuito. El jueves, charla técnica, comer temprano y tratar de dormir un poco.

Día de la Carrera

No pude dormir mucho, ya que teníamos que estar muy temprano en el lugar de largada. A las 3:30 am retirar el GPS y después a las 3:45 am ingresar al parque cerrado. Organizar el equipamiento, ponerse el traje de neopreno y dirigirse a la orilla del lago. A las 4:45 am todos los atletas entraron al lago y nos ubicamos en una línea imaginaria junto a unos kayaks. El aire estaba frío, pero la temperatura del agua estaba bien. Total oscuridad. Se podía ver a la distancia las boyas iluminadas con luces. Eran 4 boyas en total. A las 5 am sonó la sirena y comenzó un largo día de aventura.

Mis sensaciones durante la natación fueron fantásticas. El lago parecía una piscina gigante. Nada de viento. Era muy fácil seguir las luces en la oscuridad de la noche. Me quedé un poco atrás del primer grupo, pero no me importó. Sólo seguí mi propio ritmo cómodo durante toda la natación. La oscuridad en realidad me ayudó a mantener mi mente calmada sin distracciones. Nadie estaba cerca de mí. Fue una natación en solitario mayormente. La vuelta se me hizo un poco más larga, pero estaba confiado y contento en cómo iban las cosas. Nadé lo que más pude hasta que mis manos tocaron el fondo. Me levanté y corrí dentro del agua algunos metros. Luego corrí como 500m hasta la T1 donde Romano estaba esperándome.

El Ciclismo

Después de algunos minutos de cambiarme a ropa de ciclismo, ya estaba listo y en camino para los 195K de bici…

Los primeros 40 minutos aún estaba oscuro, así que la luz frontal encendida por seguridad. El aire estaba frío, pero con ropa abrigada era soportable. Las primeras dos cuestas llegaron rápido y con piernas frescas se sintió bien fácil. En la cumbre de cada paso, Romano me esperaba tal como lo habíamos acordado. Las bajadas fueron bien heladas sin el Sol. Ya nos encontrábamos en Suiza.

Ahora, tras una larga bajada, venía un plano de 60K. Me sentía fuerte, pero no podía hidratarme mucho debido a la baja temperatura. El Sol comenzaba a iluminar los alrededores, así que pronto las condiciones estarían perfectas. Este segmento pasó muy rápido y mi velocidad promedio hasta ese momento era de 30Km/h.

Comenzando la tercera subida mis piernas estaban fuertes y me sentía optimista. Durante el ascenso llegué a un semáforo en rojo que señalaba “arreglos en el camino”. 1, 2, 3 minutos completamente detenido y el primer atleta me alcanza. 4, 5, 6 minutos y de pronto ya era un grupo de 5 atletas conmigo esperando la luz verde. En total fueron 8 largos minutos de espera que realmente me volvieron loco de rabia. Había perdido toda la ventaja lograda hasta e se minuto. Tuvimos un par de paradas adicionales en ese segmento, pero la espera no fue tan larga como en el primero. Un grupo de estos atletas eran buenos ciclistas, así que me dejaron un poco atrás y tuve que trabajar duro para no perderlos de vista. Logré mantener distancia legal en un grupo de 3 hasta llegar a la cuarta cuesta.

Luego comienza el descenso final antes de comenzar el infame Paso Stelvio. Ya era mediodía y el Sol pegaba fuerte. Antes de comenzar el Stelvio, hice una parada corta para quitarme ropa y recargar comida y líquidos.

Sabía que mantener mi ritmo no sería fácil considerando que era una escalada de más de 2 horas. Después de los primeros 40 minutos, mi espalda baja empezó a doler. La respiración empezó a ser dificultosa en la medida que iba ascendiendo. De pronto me di cuenta que no podría mantener la potencia que llevaba o reventaría. Hacía calor, las piernas estaban cansadas y la espalda me dolía. Me encontraba en “Modo Sobrevivencia”. Romano me daba ánimo en cada lugar que podía estacionarse. Los últimos metros antes de llegar a la cima fueron un infierno. Me esperaba con cambio de ropa antes del descenso. Cuando lo alcancé me encontraba completamente depletado. Por 1 minuto tuve que recobrar mi aliento. Me puse chaqueta, comí una barra energética y comencé el descenso hacia Bormio. Durante la bajada logré recuperar un poco mis piernas para enfrentar la última cuesta del día.  El Paso Foscagno tiene 15K de largo, no tan duro como Stelvio, pero lo suficientemente duro para robarte las últimas reservas de energía. La confianza en todo el entrenamiento realizado me dio la fuerza mental que necesitaba para hacer el esfuerzo final. 

El maratón

Unas cuantas curvas durante el descenso y ya estaba en la T2. Me bajé completamente agarrotado corriendo a paso cortito hasta la carpa. Romano me esperaba con todo el equipo de running. Me comí otra barra energética, tomé un poco de agua y pasé al baño rápidamente. Comienza el maratón. Los primeros 3K fueron en pavimiento, todo en bajada. Fue muy bueno para lograr activar las piernas nuevamente. Luego fue un trail con algunas subidas, pero mayormente bajada dentro de un bosque. Un trail bien bonito que de pronto conectaría con un camino paralelo al lago de Livigno. Luego una ciclovía que pasaba por el costado de Livigno.

La gente me daba gritos de aliento cuando pasaba. No me sentía bien, luchando con un poco de calor y tratando de encontrar un ritmo sostenible. Mi meta era llegar al primer abastecimiento en el km 12,5. Reconozco que este segmento, antes del abastecimiento, fue el punto más difícil del trote. Estaba física y mentalmente cansado. Aguanté lo mejor que pude hasta llegar al abastecimiento. Agarré un gel, tomé líquidos y partí nuevamente. Ahora venía un segmento de trail de 12K de mediana dificultad en un bosque. Había algunas subidas que simplemente no pude correr. Cuando el camino se ponía plano, comenzaba a correr nuevamente. Era bien lindo y me ayudó a poner mi mente en otros pensamientos lejos del dolor. El próximo abastecimiento del km 18 estaba cerca. Ahora mi mente estaba en mejores condiciones al saber que lograría llegar a la T3. Repito el mismo ritual en el siguiente abastecimiento. Ahora comenzaba una bajada suave que me ayudó a darle un respiro a las piernas. Asfalto nuevamente y el ritmo comenzó a fluir. Antes de llegar a la T3 había un segmento durísimo de 1K en trail que me hizo sentir miserable. Finalmente, el último esfuerzo para llegar a la T3. Feliz porque era de bajada!

T3 & El ascenso a Carosello 3000

Finalmente en la T3 y Romano nuevamente esperándome, pero esta vez vez con equipo de trail. Con 13 horas de carrera en la espalda, sabía que la parte más difícil había terminado. Ahora solamente era un tema de paciencia para cruzar la meta. Tener a mi amigo acompañándome en este último tramo era una inyección de energía mental. Conversar acerca de las vivencias que cada uno había tenido durante el día haría las últimas horas más llevaderas. Los primeros 3K fueron de bajada pasando por la calle central de Livigno. Multitud de gente nos aplaudía cuando pasábamos. Todo impecable hasta que hacemos un giro hacia la montaña donde comenzaba la escalada. El primer muro era de 800m, 22% de pendiente. Fue bien duro y era el comienzo. Después venían 3K de trail relativamente planos en los que se podía correr y caminar. El trail finalizaba donde se encontraba el último abastecimiento. Tomamos comida, me comí unos plátanos y comenzamos el último segmento hasta la meta. La noche ya comenzaba a caer, así que nos abrigamos y encendimos nuestras luces frontales. Dos atletas con sus soportes nos pasaron. Honestamente no me importó mucho. Estaba muy feliz de saber que lo lograríamos.

Las vistas de Livigno a nuestra espalda eran espectaculares. Nos comenzamos a emocionar cuando nos acercábamos al último kilómetro. Velas en el camino iluminaban el sendero. Podíamos escuchar los gritos de la gente gritando a los atletas que iban cruzando la meta. Finalmente teníamos la meta en nuestra vista. El camino de tierra estaba iluminado con velas por ambos lados. 100 metros para terminar y no podíamos creer lo que veíamos. La meta se encontraba sobre una colina ridículamente empinada! Entre risas y reclamos comenzamos a escalar los últimos metros. La gente nos gritaba desde arriba en italiano, mientras nos esforzábamos en subir. Yo en cuatro patas y Romano luchando con sus bastones. Finalmente me paro, agarro la cinta de meta y gritamos de Felicidad! Orgullosamente abrimos la bandera chilena y posamos para los fotógrafos. Nos abrazamos llenos de emoción. El desafío había terminado. Me había convertido en un “Icon”.

Andrés Sauma

Livigno, Italia, 2 de septiembre de 2022

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