Javier Montenegro: “La medalla de finisher no se regala, ¡hay que ir a buscarla!”
Race Report Mundial Xterra Maui 2018
Soy Javier Montenegro, tengo 33 años, casado con Ale Vergara y con un trabajo normal con horario de oficina de lunes a viernes y algunos fines de semana. Practico deporte de forma amateur hace casi 14 años. Comencé con las carreras de running de 10K, después 21K y luego un par de maratones, como la de Santiago.
Buscando nuevas experiencias llegué al Mountain Bike el año 2009. Este deporte me atrapó mucho, convirtiéndose en mi desconexión y practicando religiosamente cada fin de semana que tenía disponible. Como todos los que están comenzando, partí con una bicicleta básica, pero con el tiempo y sin darme cuenta, me encontraba largando en algunas fechas del campeonato nacional de enduro.
Pero esto duró hasta el 2015. Ese año sufrí una fuerte caída, rompí mi bicicleta y casi me rompo yo.
La recuperación fue larga, y por esa razón, cuando volví a pedalear me propuse una nueva meta deportiva: correr en Pucón, una carrera que siempre me había interesado. Así también, el entrenamiento para eso comenzaría en la ruta, alejándome del cerro por un momento.
Hice el Promotional Race en 2016 y me picó el bichito por el 70.3, el que corrí un año después y también en 2018. Como aún seguía mi gusto por el MTB, con Ale decidimos inscribirnos en el Xterra de San Bernardo para probar la experiencia del cross triatlón. El formato de carrera lo encontré muy entretenido. ¡No da tregua! En esa carrera Ale ganó su categoría y clasificó para el Mundial de Maui. Yo salí 16vo.
Unos días después me llegó un correo de la organización preguntándome si me interesaba participar en el sorteo de cupos para Maui. Respondí que sí, ya que de todas formas para esa fecha estaría acompañando a la Ale en Hawaii.
Para acompañar a la Ale en su preparación para Hawaii, me inscribí en el 70.3 de Coquimbo, que era el fin de semana anterior al Xterra. Así continuaríamos entrenando juntos con una carrera como motivación.
Fue cerca de septiembre cuando me llega un correo de Xterra indicándome que soy uno de los elegidos de los cupos sorteados para participar. Hice una llamada rápida a Ale, otra a Tomás Rivera, nuestro entrenador, y listo, ya estaba inscrito en Maui.
Como venía entrenando para Coquimbo ya tenía una base buena para competir. Hice algunas modificaciones al plan de entrenamiento y vendí mi bici de enduro para comprarme la de XC. Por suerte eso salió rápido. Después de eso, ya tenía todo lo necesario para ir al Mundial. Me bajé de Coquimbo para no llegar quemado al Xterra.
Luego de un viaje larguísimo ya estábamos en Hawaii. La semana anterior a la carrera hicimos los reconocimientos pertinentes y nos dimos cuenta que el circuito de trail tenía muchísimo barro, el mar estaba bien y el MTB era un desastre. Demoramos más de 3 horas en recorrer el circuito con Ale y Tania, el barro no dejaba avanzar ni pedalear. En ese momento supimos que se vendría una carrera muy dura.
La Carrera
Aprovechando que aún teníamos el cambio de horario, nos levantamos muy temprano a desayunar y dejamos nuestras cosas para la Transición. De ahí fuimos al mar y… cambió todo. El mar estaba muy agitado, con olas muy, pero muy grandes.
Estaba nervioso por las difíciles condiciones de la carrera, así que me metí a nadar 45 minutos antes de la largada para soltarme un poco. Noté que era difícil entrar y aún más difícil salir, pero me sirvió para tomar confianza y calentar los músculos.
A las 09:00 largan los Elite y cinco minutos después nos ponemos nosotros en la línea de salida. En ese momento vi las olas cada vez más grandes. Suena el cañón y algo hace click en mi cabeza, salí corriendo hacia el mar. Ya no hay miedo, sólo ganas de nadar en esas tremendas olas que se vienen una tras otra. El susto que tenía antes ahora era diversión. Nunca he sido bueno para el agua, pero no podía creer lo que estaba haciendo. ¡Estaba nadando en Hawaii en olas gigantes! ¡Y sin traje!
Salí a la playa para volver a entrar. Una ola me pilla en la rompiente y me pega muy fuerte. Alcancé a sujetarme los lentes, pero no pude evitar que se me saliera el lente derecho, así que salí medio ciego y vi adelante que venía otra ola con fuerza. La pasé por abajo y al salir me puse bien el lente y pasé otra ola por abajo. Salí de nuevo a la superficie y nadé con más fuerza para poder salir de la rompiente. Estaba muerto. Me ardían las piernas, los brazos y me daba una puntada en el pecho. Claramente en la agitación del momento estaba respirando mal. Traté de calmarme un poco y seguir nadando. La vuelta era más tranquila, salí mirando constantemente hacia atrás, pero pude salir bien, sin que me golpeen las olas.
Luego venía la transición, de la que salí cansadísimo, sin dudas el mar había golpeado mi cuerpo, aun así ya me sentía muy contento por lo que estaba viviendo. Ya en la bici, tomé una subida larga por camino ancho y desde ahí al sendero. El camino estaba lleno de barro. De ese barro pegajoso que hace que la bici se resbale y que las ruedas se tranquen. Tuve que parar varias veces para tratar de destrabar la bici.
Lo que más me gustaba se estaba transformando en un sufrimiento.
Caminé mucho tiempo con la bici, algo que no tenía pensado. En un primer momento me bajoneé, pero luego pensé en que había que seguir, como sea había que seguir. Muchas veces me había pasado que la carrera no salía como uno la tiene pensada, pero en ese momento había que improvisar y seguir, manteniendo el ánimo alto. Al final si la cabeza está sana, el cuerpo la va a seguir. La medalla de “finisher” no se regala, ¡hay que ir a buscarla!
Ya cuando faltaban como 5k para terminar la bici, se me trancó la rueda trasera con una masa de barro y palos que no logré sacar. Voy con la rueda frenada, pero sabía que faltaba poco. Salí de la selva a la parte con público, que me gritaba y me apoyaba. De pronto todo el cansancio se fue y la adrenalina fluyó nuevamente para lanzarme a todo lo que da mi pobre bici frenada a la T2.
Dejé la bici y me fui a correr. Sabía que había barro, pero me sentía bien. Hice una bici tan mala que no me sentía muy cansado. Me solté de a poco y comencé a pasar mucha gente. En la parte final, salimos del barro a la playa. Sabía que es lo último y lo disfruté a concho. Pasé la meta feliz.
Sé que mi tiempo no es bueno y que probablemente hice la peor bicicleta que me pudo haber salido, pero lo vivido en el trail y especialmente en el mar me deja muy feliz.
¿Volvería? Eso espero. Me quedó una cuenta pendiente con el circuito de bici.
Debo agradecer a todos los que nos han apoyado para poder estar ahí: Tricostas, especialmente a Tomás Rivera por su dedicación y atención, a Claudio de ProLife por tratarme una tendinitis rotuliana que aún no me abandona, a Nathalia de NutriciónFuncional por el seguimiento nutricional, a Humberto y Coté de Bikeventura por tener las bicis lo mejor que se puede, a Pablo y Coke de Plaza Fitness, y especialmente a la familia y amigos por todas las juntas y eventos que nos perdimos por tener que entrenar. A la Ale por su apoyo y compañía, y mi tremenda admiración para ella y su 8° lugar. ¡Gracias a todos!
Javier Montenegro
Tricostas
Fecha de la carrera: Domingo 28 de octubre de 2018