Marcia Corvetto: “El tiempo y Atriaman 2022”


Race Report Atriaman 2022

Siempre volver a la ciudad que te vio crecer da una sensación de placer… Es como que el tiempo vuelve atrás y puedes disfrutar de los lugares y recuerdos que están anclados en tu memoria.

Atriaman es una carrera especial para mí por eso, pero además tiene la particularidad de que largas mar adentro desde un catamarán.

Ya solo saltar desde el catamarán al agua, es toda una experiencia. Tuvimos que nadar unos 200 metros desde la arena congelada para subirnos al catamarán. Una vez lograbas encaramarte por una escalera de cuerda y madera, llegabas a la cubierta. El catamarán avanzó lentamente mar adentro, se sentía el frío en nuestras caras inmóviles, el tiempo avanzaba lento. Sentí que se hizo eterno el avance a través de la “altea marina”. Sin embargo, el día estaba hermoso, el sol se asomaba por lo cerros, el mar estaba calmo y los puntos de referencia en la playa se veían claritos. Una vez el catamarán se detuvo, tuvimos que saltar al agua desde una altura no menor.

Yo obvio me hice la chora, una mano afirmando la boya, otra los lentes y salté rápidamente cuando fue mi turno. Salté tan rápido que casi caigo arriba del que había saltado antes. Me hundí y me quedé un momento abajo sin patalear hacia la superficie, disfrutando de los segundos bajo el agua, exhalando lento por mi nariz.

Cuando salí a flote, volví rápidamente a la realidad, ya que el otro corredor me estaba echando la foca porque caí arriba de él. No lo pude pescar mucho y me fui a poner en una línea imaginaria entre 2 kayaks desde donde darían la largada.

Apenas llegué a la línea, sonó la bocina del catamarán y partimos!!!! El agua estaba muy fría y el grupo se abrió rápidamente. A diferencia de muchas otras carreras en varios momentos me sentí nadando sola. Eso era extraño, pero los puntos de referencia en la playa seguían viéndose perfectamente claros, así que pude disfrutar. Nadé derechito según mi Garmin y al ponerme de pie y mirar mi reloj, este decía 30 minutos… Nada mal para lo mala nadadora que soy. Nadar en una sola dirección (hacia afuera) y a favor de las olas, hace que el nado sea un agrado.

Pero rápidamente comenzaron los problemas. Salí del agua congelada, mis manos no me hacían caso y me compliqué con la boya, ya que luego de un par de pasos por la arena, me di cuenta que debía llevarla en la mano. Al tener un brazo ocupado, no pude irme sacando el traje a medida que corría, que es lo que uno hace normalmente en una carrera. Llegué a la bici y estaba tal cual me había tirado al agua, con el traje abrochado, gorro de neopren, boya en la cintura. Mis manos no respondían y no podía apretar el broche de la boya, me costo sacarme el traje, no podía tomar el neopren y tirarlo. En eso me doy cuenta de que además del congelamiento, algo pasaba que no veía bien por el ojo derecho, estaba totalmente nublado. Y ya para rematarla, la muy pava había apretado el botón de stop en el reloj, en vez del lap, por lo que no hay registro del tiempo que me demoré en todas esas maniobras. La relatividad del tiempo, hace que para mi esos minutos, fueron una eternidad. Al tomar la bici cache que no podía ver bien los números del Garmin. Primero pensé que estaban empañados los lentes, pero después cache que le había puesto antiempañante a los lentes de natación y no los había enjuagado. Claramente me había entrado el líquido en el ojo derecho. Diagnóstico: queratitis… Mal. Filo! Media piti nomás una vez que logré montarme en la bici, y apretar todos los botones de ambos Garmin para volver a la línea normal del tiempo (mis manos seguían como unas garras congeladas), sentí que volvía a mi centro.

A pesar de todos esos contratiempos nerd, el circuito de bici lo sentí fácil, 6 vueltas plano plano, donde si eres vivo y te preparas bajando cambios en los giros y saliendo rápido, no pierdes tanto. Me sentí bien, cumpliendo los watts objetivo que había puesto mi coach (cuando se me aclaró un poco la vista cache que iba bien).

Me bajé a trotar, seguía nublado el ojo derecho, pero no me importaba. Logré hacer la transición en 1 minuto como en los viejo tiempos (cuando corría hartas carreras pre COVID). Salí como bala, a 4:40 min el Km. Me dolía la guata un poco, pero me adapté rápido. Mis 2 compañeras de equipo Maite y Maca iban más adelante y lograba verlas. En eso en un giro mi coach Claudio Montejo me grita. “Pilla!!! Y te quedas con ellas!”. Así que como soy mandada, las alcancé. Me quedé ahí con la Maca, feliz, buen ritmo, en mi centro. Pero rápidamente caché que tenía más, así que empecé a apurar y a pasar más niñas. Logré comer mi último gel y mantener el ritmo. El tiempo estaba de mi lado, solo me preocupaba encontrarme con mi hijo Arturo, 3 Km antes de la llegada. Habíamos entrenado para correr 3 K a 4:40, incluso íbamos a Santa María de Manquehue los domingos y el motivado lograba la distancia y el ritmo. Voy llegando al último giro y veo la pela de mi papá y a Arturo. Le grité desde lejos y él entró a la ciclovía por donde íbamos corriendo. Me junto con él, se me pegó al lado y tomó mi ritmo. Se me llenaron los ojos de lágrimas (menos veía, pero ya daba igual). Fue uno de esos momentos en donde pasan muchas imágenes por tu cabeza, flashbacks desde que nació muy prematuro, hasta el día de hoy, que es un niño totalmente normal y corre contigo a tu ritmo. Íbamos en flujo, uno al lado del otro, yo le repetía cada cierto rato que mantuviera la respiración. Nuevamente la relatividad del tiempo me atacó y en unos segundos ya veíamos la recta final.

Estiro mi brazo hacia el lado, le tomo la mano, ambos abrimos nuestros brazos y cruzamos el arco de meta… Lo abrazo y a lo lejos escucho, Marcia Corvetto tercera en la distancia larga!!!

Llegué a esta carrera un poco cansada, porque la pega hospitalaria ha estado satánica (los últimos 2 años), con cambio de entrenador en enero, adaptándome a los entrenamientos más exigentes, frustrada por un mal Pucón (trote pésimo) y un Punta del Este donde lo único que hice fue desarmar y armar la bici. Con todo eso en mi cuerpo, mi objetivo era bajarme con piernas de la bici y salirme de la zona de confort en el trote, algo que normalmente no hago. Aprovechando que estaba en mi ciudad, circuito conocido, plano, a nivel del mar y con la inyección de trotar con tu hijo…resultó!

El tiempo voló y ya estoy acá en mi vida real en el hospital, escribiendo esta historia y pensando como continúa…

Por Marcia Corvetto

Fecha de la carrera: Sábado 16 de abril de 2022

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