Pablo Casassas: IM Brasil 2013


Historia de un sueño cumplido

Día de la carrera

Ya estaba levantado cuando suena el despertador a las 4 am, que no hace otra cosa que confirmar, que éste era el día por el cual había esperado tanto tiempo.

Rico desayuno en la posada, compartiendo con triatletas argentinos y brasileños categoría amateur, y una “gringa” categoría E.R. (Entera Rica… jajaja).

Después de 5 días de no ver a ningún compatriota, me los encuentro a casi todos en el parque cerrado.

Camino a la zona de partida de natación con escalofríos por todos lados. Emocionado a concho. Al fin, en esa bendita playa. Es increíble las sensaciones por las que pasas cuando escuchas el helicóptero, los gritos de la gente… etc... Era el día perfecto para mí. Cuando dan la partida, se me eriza la piel y me pongo a correr para comenzar con la aventura de mi primer Ironman. Estaba tan emocionado que agregué un par de gotas más de agua al Atlántico ese día. Maravilloso.

Como ya habíamos nadado en dos oportunidades con el grupo de argentinos con el que compartíamos en la posada, sabíamos de la fuerte corriente hacia la izquierda, y como yo nado cargándome a la derecha, según mis cálculos, sólo tenía que nadar y quedaría cerca de la primera boya. “Dicho y Hecho”, primer giro a la izquierda, aglomeraciones, las patadas de rigor, ponerse los lentes de nuevo y vamos a la segunda boya, para luego el retorno a la playa. Salgo del agua, me doy cuenta que el “polar” quedó pegado marcando nada. Aplico plan “B”. Colocar la hora, la miro… 7:34… mmm no voy mal, porque el reloj lo tengo adelantado. Corro por la arena y la misma rutina para la segunda metida al mar, nadar derecho, no en diagonal y como ya no había tanta aglomeración, nado tranquilo a la boya y salgo perfecto.Casi sin levantar la cabeza. Nuevamente el giro a la izquierda para ir a la última boya y después de esa, ya relajado por el retorno, se las puse todas.

No entraré en detalles de todas las patadas que uno recibe en los giros, en donde en realidad hay que tener mucha precaución, para no perder el día por una tontera como esa.

Salgo del agua en casi una hora exacta.¡15 minutos menos de lo previsto! La verdad es que uno se pregunta tantas cosas cuando prepara la prueba. En mi caso nado en piscina en tiempos parecidos, pero uno le suma tiempo, pues obviamente, hay corrientes, patadas, tragones de agua, calambres, etc. Y jamás me imaginé que pudiera mantener el ritmo de los entrenamientos.

La transición fue el comienzo de una mentalización para no perder la calma en el ciclismo, mi peor disciplina.

Feliz pedaleando. Es curioso, después de pedalear en solitario más de 6 mil kms. Compartes una autopista con más de 2.200 ciclistas.

¡¡Eran oleadas de ciclistas!! que me pasaban a cada rato, pero yo mentalizado en mi pedaleo y tiempo. Cuando iba a 32 km/h, me pasaban a 37 y cuando iba a 37, me pasaban como a 42 km/h. Daba lo mismo, aún lo estaba disfrutando muchísimo.

Para acortar la historia, les contaré que independiente de todos los geles, barras, plátanos, toda la bolsa del “special needs” ingerida, estaba cansado… y mi estómago, a esa altura de la carrera… ya medio revuelto.

Mi objetivo para esta etapa eran 6 horas con 15 minutos, puesto que jamás había hecho menos de 3 horas en un medio, por lo tanto, cuando me bajo de la “cleta” en menos de 6 horas, una sensación de satisfacción enorme me invade. Todo el entrenamiento, las series, los largos laaargos de los fines de semana, habían dado resultado.

Después de la transición, a las casitas para un “pis” que la verdad fue un “piiiiiiiiiiiiiiss”, porque parece que tomé mucho líquido, aunque por el color, la cosa se veía mal. Los primeros metros a la salida de la transición camino un poco y como todo lo que puedo, luego un trote cómodo, todo bién. La primera vuelta es larga, de 21 km, hasta Canasvieras, con la famosa subida de la iglesia, que por esas cosas del destino, dependiendo de “como vayas”, puedes pasar por los confesionarios de adelante, o te vas derecho al cementerio que está atrás. Yo aún no estaba muerto, por lo tanto, pasé por adelante.

Ya por la ciudad, aún no se ponía el Sol… pero a mí, literalmente, ”se me vino la noche”, ”se me apagó la tele”, como dicen. Me confundí con el recorrido, las distancias, lo que llevaba, lo que me faltaba, estaba divagando, muy mareado, además el estómago ya no aguantaba nada. ¿Resultado?… Empecé a caminar… Igual que “Forrest Gump”, pero yo caminaba. Caminé y caminé, sacando cuentas de cuanto me quedaba, etc. Estaba con el ánimo por el suelo, luego veo la hora (recuerden que el cronometro murió) y saco las cuentas… mmmm… ¿A ver? Esto partió a las siete… y son las… mmm… ¡Weon!… Todavía puedes ser sub 12. Mi objetivo, ¡¡¡ponte a correr!!!...

La verdad, es que ahí me dí cuenta de que llevaba mis “tillas” desabrochadas. No sé porque a estas jamás les puse el “squeez”. En todo caso, daba lo mismo, pues al querer atar los cordones… ¡¡no me podía agachar!!! Y no había nada para subir el pie, y apoyarlo en algo para hacer la cosa más fácil… Miraba para todas partes buscando algo, el típico “cono” que me ha servido en otras oportunidades… ¡nada!

Estaba en eso cuando me golpean la espalda, y un triatleta me dice algo como… ¡Yo te ayudo! Aunque no me crean ¡¡¡el tipo me anudó los cordones!!!

Lo abracé y le di mil gracias en español, ingles y portugués, para cerciorarme de que entendiera lo inmensamente agradecido que estaba, por el tremendo gesto realizado conmigo.

Luego de esto me digo, si este tipo hizo esto por ti, haz algo por ti y… ¡¡¡¡¡ponte a correr CTM!!! (tip mental). De ahí no paré más, no al ritmo que hubiera querido, pero a uno bastante más decente que caminar. Una vez que tenía ya los dos cintillos puestos, me dispongo a encarar la recta final dispuesto a bajar el ritmo, para aparecer solo en la foto, o a subirlo si era necesario ( afortunadamente no lo tuve que subir).

Siempre en estos 20 años de espera, me preguntaba, como será mirar la meta del lado contrario a la llegada. Bueno, antes de entrar a la alfombra me lleno de escalofríos y comienza a sonar en mi cabeza mi canción motivacional preferida, la que he escuchado todo este tiempo, miro al cielo para ver si mi padre se asoma a verme por ahí... Luego entro a la alfombra y cruzo la meta en 11 horas y 30 minutos satisfecho y muy feliz de, al fin, haber cumplido un sueño postergado por tanto tiempo.

Hoy, con ese sueño cumplido, quiero rendir un modesto homenaje a aquellos triatletas que vienen a tratar de lograr el cupo para Hawaii. Fuimos con mi señora, privilegiados testigos de la felicidad de Christian Burgos, triatleta argentino, con quien compartimos toda la semana de estadía en Jureré, y quienes nos hicieron sentir como amigos de toda la vida.

También a Marcelo Cárdenas, a quién no conozco, pero supongo que está igual de contento.

Un abrazo a la distancia y muchas felicitaciones para ambos.

Agradezco a mi señora por haberme soportado todo este tiempo y a Roberto Niedmann, mi coach, que también me aguanta y el cual es el gestor principal de mis progresos.

Pablo Casassas B.

¡Al fin!

IRONMAN FINISHER

Fecha de la carrera: Domingo 26 de mayo de 2013

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