Rodrigo Larrea: “Patagonman para siempre”
Race Report Patagonman 2018
Sin duda lo que viví quedará para el resto de mi vida guardado en mi memoria. Son de esas acciones que quieres que te queden en tu disco duro por siempre con cada uno de los detalles que viví.
Era la 01.00am y sonó el despertador, después de haber dormido sólo un par de minutos, donde empezaba toda esta aventura. Nos levantamos junto a Marcela, mi gran soporte, para irnos a los buses y tomar desayuno durante el trayecto a Puerto Chacabuco. Llegamos al puerto y se me vino un apretón de estómago al ver ya las bicis en el parque y el ferry esperándonos para abordarlo a las 04.00am. Nos acompañaban el resto de atletas, soportes, viento y oscuridad. Me despedí de mi soporte y amigos para poner el primer pie en el ferry, en donde ya no había vuelta atrás y las ansias de que esto empezara pronto llegaron abruptamente, sobre todo al ver como se cerraban las compuertas y el barco zarpaba a nuestro punto de inicio de la carrera.
Dentro del barco ya, nos avisan los organizadores que cambiaríamos a plan B para la natación, dada las complejas condiciones del mar. Eran las 05.25am y abren las compuertas para que todos nos tirásemos a las frías y oscuras aguas para esperar la bocina del barco que indicaría el comienzo de la carrera y enfilar hacia las luces de un buque de la Armada para hacer el giro y terminar en el puerto. El nado fue la mayor parte contra la corriente, por lo que estaba preocupado de poder salir antes del corte. La sensación de estar en medio del canal rodeado de grandes cerros nevados me recordó lo pequeño que somos y lo grande que es la naturaleza.
Llegué a la T1 en donde todos los soportes esperaban a sus atletas, y por supuesto ahí estaba mi Marce esperándome con todo listo para la transición. Dado que el nudismo era permitido, me cambié completamente de ropa para salir a pedalear 100% seco. Acá ya se me cayó la primera lágrima de emoción al salir del agua sin que la corriente y frías aguas me hayan truncado mis sueños, ya que el resto sabía que lo podría lograr aunque me demorase 17 horas en total.
El Patagonman tiene entre uno de sus lemas “volver el triatlón a sus inicios”. Esto significa que no se parece en nada a todas las carreras masivas que había participado antes, sobre todo por la baja cantidad de atletas y por la obligación de depender de tu propio soporte para la ropa, accesorios, repuestos, alimentación, hidratación y por supuesto de barra, que finalmente para mi, marcó la diferencia para mi buen desempeño.
Las siguientes lágrimas me salieron durante casi todo el pedaleo al ver todos esos paisajes maravillosos que la Patagonia chilena nos tenía preparados, en donde trataba de mirar lo menos posible el suelo y mi reloj para poder apreciar los increíbles paisajes. La verdad es que la bici ha sido uno de los pedaleos más difíciles, dada las constantes subidas (casi 2.400m de altura ganada) y viento en todas las direcciones. Mi amigo “plato chico” estuvo a mis pies fielmente casi todo el tiempo. Pero como todo lo que sube tiene que bajar, los últimos kilómetros por la Cuesta del Diablo, era como si llegara al paraíso, después de sufrir varias horas de subidas y vientos, se abrían las montañas y una nueva tierra prometida nos esperaba, con un valle gigantesco y el “Cerro Castillo” como actor principal. Dato: la bajada podías alcanzar velocidades cercanas a los 80km/h.
Llegando a la T2, mi apoyo Marce, me dijo que iba muy bien en las posiciones y que debo estar dentro los primeros 15 en pasar (muy lejos de mi objetivo final que era sólo llegar). Dejé mi bici, me cambié las zapatillas, comer, hidratarme, un grito de arenga, un beso y a correr por esos últimos 42 kilómetros. En el kilómetro 3 ya me doy cuenta que esto no va a ser fácil tampoco, ya que en la primera subida miré para arriba y vi un cerro empinado, el cual debíamos pasar y el pensamiento de correr todo la distancia se esfuma y decidí caminar cada subida, ya que corriendo no me habría dado. Tanto así que esperaba con ansias las subidas para caminar descansando un poco y admirar el paisaje. Debo decir que también este trote ha sido el más duro que me ha tocado vivir. Realmente este carrera era extrema en cada una de sus 3 disciplinas. Ya en el kilómetro 30 al llegar al último puesto en donde te podías encontrar con tu soporte, repito lo de los puntos anteriores; comer, hidratarme, un grito de arenga y un beso. La Marce y mis amigos me dijeron que iba muy bien y que debía estar dentro de los primeros 10 atletas.
Finalmente llegué a la meta en un tiempo y puesto que nunca me lo imaginé, 9o en la general!, con la sonrisa más grande que he tenido en ninguna carrera ☺.
Esta es una carrera en donde casi todo el tiempo vas solo y admirando la naturaleza Patagónica, pero cuando te pasan o pasas a alguien conversas o compartes unas palabras de aliento con los distintos corredores de diferentes países.
Como muchos ya han dicho esta es la carrera más dura que nos ha tocado vivir, pero al mismo tiempo la más reconfortante dado los lindos paisajes que nuestros ojos lograron captar.
Lo mejor, poder compartir con mi linda Marce de soporte; con mi hermana Maricruz, mi cuñado Shaun y amigos como atletas durante la carrera.
Rodrigo Larrea
FullRunners
Fecha de la carrera: Domingo 9 de diciembre de 2018