Sebastián de Peña: “Encontrando fuerzas donde no quedan”


Race Report IM Floripa 2016

Salí de la posada a las 5am camino al parque cerrado. No pude desayunar un carajo, estaba muy nervioso y sólo logré comer una tostada con mermelada comiendo como ardilla. No subimos al bus y empezaron los nervios. Llegué al parque cerrado y arreglé mi bicicleta, y fui al camarín. Ahí me senté al lado del gran Juan Antonio Arrasate, el me miró, sin conocerme y me traspasó un sentimiento de calma tremendo. Me cambié al lado de él, y cuando termino le estrecho la mano y le deseo la mejor de las suertes, él me mira y me dice que te vaya muy bien. En ese momento logré relajarme un poco y armarme de valor para caminar a la playa.

Una vez en la playa me encontré con mi equipo. Matías estaba ahí, animando y calmando a todos. Creo que sin el coach en la playa no hubiese entrado jamás al corral de salida. Hicimos la última arenga en la playa, gritamos, nos abrazamos entre los 20 del BT y salimos a la batalla.

Cometí el grave error de decirle a mi familia y polola que nos viéramos en la largada, ya que no los vi en los 40 minutos que me tocó esperar desde que salieron los elite. Una vez dentro del corral logré verlos y exploté de emoción. Me puse a llorar ahí mismo. Me di cuenta lo afortunado que era por tener una familia que me apoyara tanto, que aguantaron mis estados de ánimo durante todo el proceso de preparación, los sábados que llegaba a las 3 de la tarde a comer y dormir. Las levantadas a las 5:30AM todos los días de la semana. Las dietas especiales y el sin fin de eventos que me perdí por prepararme para la competencia. En fin, decidí que iba a correr no sólo por mí, sino que también por ellos.

Nado: Salí a nadar bien. Me sentí solido en cada brazada y cada boya que recorrí la nadé por alguien de mi familia o del club que me apoyó en el proceso, a excepción de la última que la nadé por mí. Me acordé de lo que me dijo mi gran amigo Beltrán Vergara la noche anterior. Vamos a estar contigo en cada braceada, y así lo fue. Me llené de energía e hice un nado para mis expectativas perfecto. Apunté a 1:05:00 y salí del agua según mi reloj en 1:04:58. El nado fue un momento clave en la competencia, ya que logré deshacerme de uno de mis dos fantasmas de Pucón (Casi me ahogo al llegar a la primera boya). Esta vez fue perfecto.

T1: Al entrar a la T1 mi gran preocupación era sacarme la sal del cuerpo y vi una piscina, así que salté de una adentro y con el piquero me saque el traje. Salí del agua, ayudado por el staff porque los brazos los tenía un poco cansados, y caminé hacia el camarín. Me senté y me encontré con mi compañero de equipo Felipe “el perro” Vicuña, nos abrazamos ya que sabíamos que una vez terminado el nado, no había razón para conseguir un DNF. La salida de la T1 fue bochornosa, estaba lloviendo y la loza estaba mojada. Para no mojarme los calcetines tome la “brillante” idea de salir con los zapatos puestos a la bicicleta. Error garrafal, me saqué la chucha (jajajaja), me fui de espalda y quedé empapado. Lo mejor de todo es que a pesar del dolor, en vez de quejarme, me puse a reír y fuerte, a todo esto, seguía en el suelo. Me levanté y miré al público que me gritaba “levántate guerrero” o al menos eso les entendí y salí a la ruta.

Ciclismo: Al empezar el ciclismo estaba un poco asustado, jamás había pedaleado con lluvia, y en el club siempre se habla de lo peligroso que es. La verdad yo no lo consideré tan terrible. Si bien me costó entrar en ritmo, ya en el kilómetro 5 iba bien. Mi primer giro lo hice muy enfocado. Comiendo cada 30 min y tomando isotónico y agua cada vez que podía pensar. Las piernas me respondieron perfecto y logré hacer el giro 15 minutos mas rápido de lo esperado. Lo increíble de esto es que me sentía realmente bien y con mucha energía para hacer el siguiente giro de la misma manera.

Todo iba bien hasta el kilómetro 130, salió un viento horrible, y por más fuerte que pedaleaba, no lograba ir mas rápido que 26 km/hr. Me empecé a desesperar, ya que esto me iba a retrasar bastante y además quedaban por recorrer todas las subidas. Finalmente esto concluyó en que en el 140 me estaba quedando sin piernas. Me di cuenta que la había cagado y me golpeó el primer muro en el IM. Se me vino a la cabeza el mal recuerdo y mi gran fantasma de Pucón. Bajarme de la bicicleta y no poder correr. Ahí mismo pensé, de nuevo te vas a bajar sin piernas y el trote va a ser un castigo. Tuve la fortaleza mental de dejar de lado todos esos malos pensamientos, y decidí olvidarme del tiempo, pase cambios y realicé un pedaleo liviano con alta cadencia para disminuir el efecto de cansancio en mis piernas. Finalmente entre a Jureré con un sentimiento de cansancio horrible, ni los gritos de las familias de mis compañeros me pudieron levantar.

Si bien el tiempo del ciclismo estuvo muy cerca del estimado, lo hice 7 minutos mas rápido de lo proyectado, el sentimiento de agote fue mucho, y además estaba muerto de frío y con pocas ganas de salir a correr mi primer maratón.

T2: La transición fue tranquila y pausada. Me cambié los calcetines, me saqué las capas mojadas de ropa y me puse polerón, sí, creo que fui el único competidor que salió a correr de día con polerón. Pasé al baño, recogí una botella de agua y salí a correr sin piernas, estaba devastado y la verdad pensé que no tenía por donde llegar a la meta bien.

Maratón: Dado que venía sin piernas el primer kilómetro fue horrible, se me vinieron a la cabeza todos los fantasmas de Pucón, una vez más iba a echar a perder la carrera por bajarme sin piernas, venía destruido (las fotos muestran mi estado de ánimo). Cuando llevaba 600 metros de trote, me topé con Matías y mi familia, mi cara lo decía todo (Matías me confeso después de a carrera que pensó que abandonaba o caminaba la maratón completa). Abracé a la Montse le di un beso y entre lágrimas le dije “No doy más, no se como voy a terminar esto”, me di media vuelta y comencé a trotar.

Desde ahí en adelante me pasó algo realmente increíble, sentí que la gran carga que llevaba sobre mis hombros la había dejado atrás, me sentí liviano y con esperanza. Troté muy tranquilo los primeros kilómetros y las subidas y bajadas de Canasviera las caminé completas. Tomé harta agua y sólo agua en pequeños sorbos y de a poco comencé a recuperar mi energía. Entré en calor y me saqué el polerón, tuve que dejárselo a alguien del público. Una vez de vuelta en Jureré ya estaba trotando de manera normal, si bien estaba lejos del ritmo que buscaba, iba a 5:40 y quería correr a 5:10, me sentía bien y empecé a sentirme cada vez mejor.

Terminé el primer giro de 20 km y volví a verme con Matías, mi familia y amigos. Venía sólido, y cuando vi mi reloj me di cuenta que podía todavía alcanzar mi meta de llegar en 10:35:00 a la meta. Comencé a correr a 5:20 y me sentía bien, así que terminé el segundo giro muy bien. Fue ahí donde me pasaron dos cosas increíbles, Lalo Araya a quien no conozco personalmente se paró en el público y me grito “Vamos Seba vas muy bien sigue así”, lo cual me impresionó y llenó de ánimos para seguir corriendo. Acto seguido paso a mi entrenador Matías Brain y se pone a correr conmigo, ahí le dije “A la mierda con todo, voy a bajar las 10:30:00” y corrí a fondo.

En ese momento todo paso por mi cabeza, las levantadas temprano, los carretes que me perdí, la incontable cantidad de momentos donde pensé en renunciar durante el proceso de entrenamiento, en fin, no iba a echar todo el trabajo a perder. Corrí dándolo todo, absolutamente todo, en el kilómetro 39 me acalambré por completo ambos isquiotibiales, a lo cual no presté atención y con cada paso que daba gritaba de dolor. Pasé por el pórtico del último km y empecé a ver la meta, en ese minuto entendí todo lo que había logrado ese día, como había logrado vencer la adversidad y también como este no va a ser ni cagando mi único IM.

Llegué a la meta en lágrimas, feliz, lleno y pleno. Abracé a la Montse, después abrace al Folo, a quien conocí aquí en la Brasil, y que me alentó toda la carrera, abracé al paramédico y terminé enchufado al suero en la enfermería. No les voy a mentir, estaba física y mentalmente agotado, no pude ir a buscar ni mi medalla, ni mi ropa, ni mi bicicleta. Todo el glamour de la llegada y las anheladas pizzas fueron reemplazadas por una camilla y una aguja con suero. Sin embargo, el sentimiento de plenitud fue tan grande que no me importó. Por fin era un Ironman, todo el esfuerzo durante 4 meses valió la pena.

Finalmente, quiero agradecer a todos quienes me apoyaron en este proceso.

A la Montse por aguantarme durante 4 meses con la locura del entrenamiento, cambios de alimentación y todos los carretes y asados que tuvimos que abandonar a las 12 de la noche para poder entrenar al otro día.

A mis papas por el apoyo incondicional, y por estar siempre ahí conmigo. Mi mamá me acompaño toda la semana en Brasil, preocupándose de que me alimentara bien y descansara lo necesario. Mi papá pasó alrededor de 30 horas volando para verme cruzar la meta y después se fue de vuelta a trabajar.

A mis hermanos por siempre apoyarme y estar conmigo en todas.

A mi coach Matías Brain, sólo decirle que agradezco infinito la confianza que tuvo en mi, y que se vienen desafíos mayores.

También debo agradecer a Juan Pablo Campos, mi entrenador de natación. Trabajamos duramente en mi técnica de nado 5 días a la semana. Grande JP objetivo cumplido.

A mis compañeros del BT, son lo máximo, los sentí en cada brazada, cada giro del pedal y cada pisada durante la competencia.

A los “Pibes”, por no dejarme nunca sólo, y entender que durante 4 meses iba a ser el peor amigo del mundo. Ya estoy en campaña de carrete y asado para compartir con ellos.

A Belsport, por creer en un deportista amateur, apasionado por lo que hace. Agradezco infinitamente el apoyo que me dieron para cumplir mi meta.

Sebastían de Peña
Brain Team

Fecha de la carrera: Domingo 29 de mayo de 2016

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