Maru Yarur: “Pero si es un mundial ¡Cómo iba a ser fácil!”


Race Report Mundial IRONMAN 70.3 Lahti

El camino a mi cuarto mundial del 70.3 se veía venir bien complejo. Si bien comenzamos muy temprano con el plan específico, en mi caso tuve que esperar por una doble fractura de costilla a causa de un accidente de bici a fines de abril.

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Además de eso, obvio que me había tentado con un viajecito a pedalear a los Pirineos en Julio con amigos siguiendo al Tour de France. Así es que no podía alegar mucho por mi laguna en la preparación.

Logré hacer unas semanas del plan en mayo y medio junio antes del “paseíto” y apenas un mes de vuelta del viaje. El entrenamiento estuvo durísimo. El volumen y la intensidad eran tema entre los compañeros de equipo. Pero por mi parte estaba bien porque mis planes futuros se verían beneficiados con estas cargas.

Llegué a Finlandia 7 días antes de la carrera, y me pegué una arrancada a un parque nacional con mi hija. Nos desconectamos de todo. No había señal, éramos las dos y kilómetros de bosques y lagos. Solo respirar y contemplar. Me ayudó mucho para adaptarme al horario de 7 horas de diferencia con respecto a Chile.

Igual me levantaba temprano a correr. Pero ni bici ni nado ni nada ese finde. Solo pasear, leer, cocinar y ponernos al día.

Lunes arrendamos departamento en Helsinki donde aprovechamos de hacer un poco de turismo, nadar al lado el mar, obvio que darnos un sauna, “very tipical” en Finlandia y, entrenar. Miércoles fuimos a Lahti a probar la bici, el clima y la logística. Todo parecía ir ordenadito.

Jueves ya nos instalamos en Lahti, nos reunimos con los chilenos y participamos en la foto y el desfile de las naciones.

Viernes fui a nadar al lago al “practice swim”. El clima permitía que el traje de agua se alcanzara a secar para el sábado, día de la carrera femenina.

Ya en la tarde, preparando mis bolsas de carrera caigo en cuenta que no tengo mis zapatos de ciclismo. ¡Entro en pánico! Eran casi las 16 horas y tenía hasta las 18 para solucionar mi “problemita”. Rápidamente hice memoria que el miércoles me los saqué donde dejé la bici guardada, y me fui como bólido en scooter (medio de transporte preferido en Lahti por los triatletas) y ¡ahí estaban! Respiré nuevamente.

Luego de esto, el resto de la tarde acomodé las cosas en la T1 y T2 sin problema, y pasamos una tarde tranquila para terminar con pastas y serie de TV en el departamento.

Día de la carrera:

Me levanté a las 5:30 am con la Cony, pero ella partió primero. Largaba más de una hora antes que yo, por lo que aproveché de hablar con los despiertos en Chile. Algo carreteados estaban, así es que me hicieron reír un rato.

Partí a la T1 a dejar mis cosas, todo fluye bien, la gente súper amorosa y de buen ánimo. El clima, más o menos. El lago se cubría cada vez más con una niebla, razón por la cual atrasan la partida en 30 minutos. Mejor para mí, mas tiempo aún. Estoy muy tranquila, sin estrés y muy confiada. Será que al no tener expectativas y sabiendo que llegué con lo que llegué no me podía poner ambiciosa.

Sigo caminando a la partida, me crucé con algunas compañeras chilenas y nos deseamos mucha suerte.

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Ya en la partida ubico a la Cony para fotos y copuche, me encuentro con más chilenas y Trichile que nos hace posar y hablar. Rápidamente me doy cuenta que antes de partir me gusta estar sola. Les deseo suerte a las chicas y me voy a un rincón a hacer calentamiento y movilidad. En eso estoy como una hora y decido prepararme para encajonarme.

Mi Age Group, de gorras amarillas, ya se está apilando camino a la partida, y aprovecho de practicar mi francés con algunas. Ya quiero largar. Me aburre la larga espera. Además, que estoy sola porque esta vez Feña no me acompaño, y mi hija, obviamente, se quedó durmiendo.

Listo, me toca. Las anteriores todas se lanzaron del muelle paradas. Yo, no. Hago mi piquero con pera al pecho tantas veces practicado en mi infancia. Caída perfecta, no se me corren los goggles ni un centímetro.

El nado siempre se hace largo. Por eso me gusta que sea una sola vuelta en vez de dos. Para mi el tiempo en el agua siempre mide lo mismo. Largo.

Hago muy buen nado, excepto por un par de veces que tuve que parar porque me sentí desorientada, pero no lo estaba. Salgo en mis tiempos y corro a la bici. Veo mi cortaviento pero decido no usarlo. El clima nos acompaña con sus buenos 20 grados. Un agrado para competir.

La bici tenía mucho repecho, pero me sentía bien e iba rápido. Estaba promediando como nunca. Convencida que mi bici nueva (primera vez que la usaba en carrera) era la responsable de esta velocidad, le metí a fondo. Hasta el km 50, que puff, viento en contra. Ahí entendí porque venia tan rápido. Seguro era viento a favor. Me reí de mí misma y seguí poniéndole más aún. Con esa sensación rara de un piñón para arriba, un piñón para abajo. Que será que con viento en contra cuesta encontrar la cadencia perfecta.

¡Cada la transición que hicieron! Era dentro de un edificio de centro de eventos. Pero bueno, salió en los 4 minutos que tenía que salir. Parto al trote que son dos giros, con bastante altimetría. O sea, sentí que Pucón era plano al lado de esto. O tal vez fueron los kms que no entrené. Partía con 3 kms de subida, para pasar a una zona residencial de repechos. Muchos vecinos sentados en sus patios alentándonos. Demasiado entretenido. Luego bajamos al borde del lago donde aparece la barra chilena animando. Se las mandaron. Muchos de los hombres que corrían al día siguiente estaban ahí. Admirable. No sé si yo lo haría antes de la carrera. Tal vez querían ver con que cara veníamos para prepararse.

Veo a mi hija, y me alegra el día. La pobre no sé que tanto le gusta seguirme en las carreras, obvio que me encuentra medio loca a mi y a mis amigos por lo fanáticos que somos del deporte en general. No entiende que podemos hablar de esto todo el día sin aburrirnos. Ella vive en el mundo intelectual y del arte. Un mundo completamente distinto al mío. Por eso es que me emocioné mucho al verla ahí, siguiéndome de lado a lado por las vallas para gritarme como latina loca.

Ya en el ultimo giro apuro el paso dentro de lo posible. Hay dolor y molestia. Pero como me estaba leyendo la biografía de Rafa Nadal, encontré que su metodología de pensar en otra cosa es la correcta en ese minuto. El dolor se hace mas presente cuando uno lo escucha. Así es que hablé mas fuerte en mi cabeza para no escucharlo, y seguí.

Queda la ultima subida para llegar a la meta. Fueron bien desgraciados los que trazaron el circuito. El trote se parte subiendo y termina subiendo.

Pero si es un mundial. ¡Como iba a ser fácil!

Y así, cruzo el último puente peatonal para bajar a la meta, y paso alegre y feliz de terminar mi 4º mundial de 70.3.

Quero agregar que en este viaje todo fluyó. Compartir con la Cony, estar solita con mi hija, conocer este país precioso, lleno de parques nacionales, lagos y su gente amable y con una gran historia, aunque muy corta. Se independizaron recién en 1917 y post segunda guerra mundial los rusos trataron de anexarlo y no lo lograron. Los finlandeses son gente de mucho coraje y luchadores.

Y Lahti es la capital deportiva del país. Definitivamente, otro lugar al que hay que volver.

María Cristina Yarur

Fecha de la carrera: Sábado 26 de agosto de 2023

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