Alejandra Schiappacasse: Mundial IM 70.3 Las Vegas 2011

Apenas llegamos a Las Vegas, me di cuenta de lo afortunados que somos, ambos habíamos clasificado en Pucón, yo en mi primera carrera de triatlón y Rodrigo, mi pareja, con el 1er lugar de su categoría. No podía ser mejor… Los dos siendo partes de esta gran oportunidad, viendo pasar a triatletas de diversos países, todos muy “pro”, con sus tremendas bicicletas y con una organización de primera.

^{Alejandra con Craig Alexander (ganador de la carrera) y Pía Sanhueza}

Nuestro arribo al lugar de la carrera fue el día jueves, con una temperatura que bordeaba los 40° a 42° Celsius, y un aire muy seco; ¡uf!, no puedo negar que me puse algo nerviosa con ese caluroso recibimiento; “qué más da”, pensé cuando llegamos al hotel y vi el gran letrero en la entrada: “Marines IRONMAN World Championship 70.3… WELCOME ATHLETES”… Ahí me propuse disfrutar cada minuto de esta carrera, para eso nos habíamos preparado y entrenado.

^{Con Paula Contreras}

Día de la carrera: 7:00… y ahí comenzaba mi primer Ironman 70.3, por lo que en cada brazada fui haciendo mi mejor intento de disfrutar cada segundo para que quedara plasmado en la memoria. Luego, la T1 con una larga caminata de unos 200 a 300 metros para llegar a buscar mi bicicleta, y ahí partir el tramo de los 90 kilómetros de ciclismo, en un circuito que no daba tregua. En esta parte de la carrera también me preocupé de disfrutar la experiencia; el paisaje maravilloso, los mismos triatletas que pedaleaban a tu lado te saludaban “por tu nombre” (escrito en el número de competencia), los voluntarios también con sus gritos de ánimo te sacaban más de una sonrisa… Me acuerdo que en el puesto de hidratación ubicado después del giro de retorno, había una gringa con un letrero que decía algo así: “Buena retaguardia, siga pedaleando”. Luego llegando a Henderson, la temperatura comenzó a subir, creo que ya hacían cerca de 31° Celsius. Ya entrando a la T2, el ambiente era 100% Ironman; con la gente en las calles animando a los que llegaban de la bici y los que salían al trote, escuchando al animador de la carrera en el sector de la meta; apenas llegué a la línea para bajarme de la bicicleta, se acerca un voluntario para tomar mi bici, por lo que la transición fue muy rápida, entrar a la carpa, tomar mis zapatillas y visera, beber algo de agua, y a correr. Me esperaban tres giros de 7 kilómetros, nada de fácil… Pero a esas alturas, nada imposible. El primero giro costó pero salió, sin embargo, comenzado el segundo comencé a sentir algo de nauseas y un calor que me aplastaba; debo reconocer que me preocupé bastante, por un par de minutos pensé que si seguía así tal vez no terminaría, en ese instante me acordé de mi hija Matilde, y su frase antes de salir de Santiago: “Mamá quiero que me traigas la medalla de la carrera”, esa fue su respuesta cuando le pregunté qué juguete quería que le llevara de regalo… Entonces no me quedaba más alternativa que terminar la carrera, mi hija quería esa medalla de Finisher y yo debía llevársela. Ahí es cuando te das cuenta del poder mental y la capacidad que todos tenemos de sacar fuerzas incluso cuando el cuerpo no responde; así que con un par de geles y pastillas de sal, y por supuesto mucha agua en cada puesto de hidratación, recobré fuerzas y recuperé mis piernas para terminar el tercer giro. Cuando ya quedaba cerca de 2 kilómetros para la meta, pise el acelerador a fondo, me saqué las esponjas, limpié mi nariz y crucé la meta con mi mejor cara… Felicidad, satisfacción, euforia… Son tantos los sentimientos cuando cruzas el portal; recuerdo que cuando crucé la línea levanté mis brazos, y grité: “¡¡¡¡Lleguéééé!!!!”; me entregaron la medalla de mi hija y no la solté más, lo había logrado. En la meta estaba esperándome, como siempre, Rodrigo con un gran abrazo… Ese era otro gran motivo para llegar.

^{Llegando a la meta}