Eileen Labarca: 1/4 Ironman Piedra Roja 2010
En mayo de este año comencé a entrenar para mi primer ½ Ironman. Mi estreno en la distancia sería en Penha, Brazil . La semana de la carrera mis alumnos de kínder estaban TODOS con influenza y rotavirus… fue inevitable, caí enferma. Resumen, corrí extremadamente deshidratada, me rompieron la bicicleta en parque cerrado y quedé con una bicicleta que sólo funcionaba con los tres piñones más chicos… me fue pésimo! Me decepcioné de mi y este deporte.
El día de la carrera me desperté demasiado temprano, porque mi pololo debía trabajar en parque cerrado. Me despertaron a gritos porque nos quedamos dormidos y el desayuno me lo tragué. No había tiempo para estar nerviosa. Creo que mi bicicleta fue la quinta en ingresar a parque cerrado. No sabía si empezar a ordenar mis cosas, si trotar algo o comer . Fui a la laguna y me empecé a sentir muy nerviosa. El agua me da miedo y me dan ganas de llorar. Quise buscar apoyo en mi pololo, pero estaba trabajando. “El Lalo” se acerca a mi y me pregunta cuantas carreras he hecho. Le respondo: “ con ésta son cuatro”. Me mira con un poco de compasión y me dice: “bueno hay que ir ganando experiencia”. Por suerte entró mi amiga Claudia (Contreras) a parque cerrado. La Clau es “operada de los nervios”. Nos fuimos a trotar. Comenzaron a llegar las otras bicicletas de mi categoría… ”esa niña se ve buena para nadar”, “esa otra también…” El minero daba un discurso que me imagino era inspirador, pero yo ya estaba demasiado nerviosa. Media hora antes de la partida ya estaba en la laguna realizando mi ritual de ambientación: mojarme la cara, meter la cara, hundir todo el cuerpo, nadar lento, nadar más rápido, escupir mis anteojos mil veces, etc. Me puse a pensar en Dios: “ayúdame a salir viva”. Recordé la historia de “Sister Madonna Buder” quien dedicaba sus carreras a una causa para Dios. Yo tenía dos pensamientos en mente para esta carrera: que mi pololo se recupere de su lesión y que el hermano chico de una amiga que perdí este verano pudiera soñar con ella. Ya estaba por partir la carrera y yo tenía los dedos todos arrugados. Miraba a la gente a mi alrededor. “De seguro todos me van a pegar” pensaba. Me corrí bien lejos, no había nadie cerca. No escuché la sirena, pero me tiré al agua porque todos lo hicieron. “Nada rápido y sale rápido”. Es increíble que recién en la última boya me encontrara con alguien tocando mis pies… salí feliz. En parque cerrado nos juntamos un montón de amigas, nos íbamos pasando, pero estábamos muy cerca y sabíamos que eso no era bueno. Llegó la primera moto y la primera advertencia. Todas apretando frenos. Cuando logramos separarnos un poco empezamos a pedalear más… de nuevo otro tumulto con la misma gente. Otra moto, otra advertencia, de nuevo a frenar. Traté de pasar a gente pero se ponían a pedalear más rápido, ¿qué nadie les enseñó que si te pasan debes bajar la velocidad? Y así fue el giro de 30k. El giro de 15k fue incluso más complicado porque empezó aparecer gente de todas partes. Vale decir, que los largosssss pedaleos del Lalo, hacen que 45 km pasen demasiado rápido. Atenta al retorno también aproveché para ver si algún miembro de mi familia había madrugado para hacerme barra… no vi a nadie. Ingresé a parque cerrado y, por supuesto, me puse a correr con unas piernas que no parecían las mías. Parecían las piernas de una persona que quiere caminar. Pero era el último esfuerzo. Al lado mío pasa el minero, me voy con él esperando que algo de suerte me traiga. Al final del giro me despegué un poco para que le tomaran fotos. “Quizás salga en la tele con él”. Me crucé con caras amigas y a todas les sonreí. Cuando vi a mi pololo paré para darle un beso. No lo estaba pasando tan mal pero, “Pobres los corredores del medio, hacer este circuito 4 veces” pensé. La meta apareció de repente, me pareció muy pequeña y estrecha. Además, al menos tres personas, se abalanzaban sobre ti para quitarte el chip, sacarte collares y colocarte la medalla. Nadie me vio cruzar la meta. Pensé que mi pololo me estaría esperando, pero no. Se acercó mi entrenador a felicitarme y mis compañeras de equipo. Entonces, apareció el único miembro de mi familia que madrugó: mi papá. En resumen: ¡de nuevo me gusta el triatlón!
Eileen Labarca
Team Bustos T-Banc
Eileen, buenísimo el relato.También me encantó la carrera, lo pasé muy bien sobretodo en la bicy y la disfruté mucho así que somos dos las reencantadas con este deporte.... Un abrazo y que sigamos compitiendo juntas.
Eileen, erí seca, corriste increible. Te felicito!