Lorena Osses: "En mi cumpleaños me transformé en IronMami"


En el año 2009 cuando me inicié en el triatlón me propuse como objetivo correr un Ironman antes de los 40 años. Y el 2015 en mi cumpleaños número 39 lo cumplí. Mi relato no será desde el punto de vista de un competidor que va tras la clasificación para Kona o por bajar sus registros. De hecho ni siquiera cronometré la carrera porque no iba por tiempo, sino por cumplir mi sueño con el apoyo de mi familia.

Los nervios partieron el fin de semana anterior cuando se afinaban los últimos detalles para el viaje. Esos días me costó conciliar el sueño y dormía a ratos, lo cual era muy extraño en mí, ya que me gusta dormir harto. Cuando llegamos a Floranópolis nos recibió una lluvia muy fuerte y el taxista nos dijo que para el domingo se esperaba que estuviera igual. Más nervios me dio pensar en pedalear con esas condiciones no favorables.

En los días previos a la competencia fui a la expo y a las actividades programadas, lo que me ayudó a relajarme un poco. La organización estupenda, aunque no tengo punto de comparación con otros Ironman, creo que todos deben ser así de bien organizados. Mi única crítica es con el negocio con las fotografías. Se cobra alrededor de $80.000 pesos chilenos por un pack de fotos que son sacadas al montón y por cada foto $16.000 pesos chilenos. Me parece un abuso y aunque no tuviera ninguna otra foto no los pagaría. Me quedo con el recuerdo de lo que sentí ese día.

Afortunadamente dormí muy bien la noche anterior y me levanté muy descansada, le di un beso a mis dos hijos y a mi marido y partí a la carrera. Aunque era un día muy especial, le pedí a mi marido que no se levantara, sino que me esperaran al final en el running. Era allí donde iba a necesitar las mayores energías y no me equivoqué.

Llegué al parque cerrado, instalé la alimentación en la bici, me puse lo necesario para la natación y me fui a la playa. Para mí la etapa de natación es la más difícil de todas, ya que soy muy lenta y me demoro mucho nadando. Siempre que compito me siento en la arena a esperar el punto de largada sin meterme al agua antes y me quedo mentalizada en la primera boya. En este caso eran tantas las personas y además la boya estaba a 1 kilómetro de distancia que no se veía. Comenzó la carrera y después de un poco menos de 2 horas logré salir del agua. “Etapa superada” pensé.

La transición me la tomé con calma y salí al ciclismo pensando “es lo mismo que cuando voy a Lo Vásquez todos los 8 de diciembre” (hace más de 20 años que voy). El circuito me habían dicho que era rápido, pero yo no lo conocía. Al inicio muchas subidas, las cuales me cuestan mucho, pero fui pasando a algunos competidores, así que me fui animando. La primera vuelta se me pasó volando, pero la segunda se me hizo eterna. Ya no pasaba a nadie, sino que me pasaban varios, comenzó el viento y las subidas nuevamente me fueron agotando. En la bici llevaba 3 botellas de hidratación, pero no utilicé ninguna. Me hidraté sólo con lo que entregaban en los puntos de abastecimiento que eran varios. Hubiera sabido eso antes y no habría ido con tanto peso. Ya en la mitad de la segunda vuelta comenzaron mis problemas de reflujo, pero logré aguantarlos bien y sólo tenía un dolor en la espalda por la posición aero. El ciclismo lo terminé en un poco más de 7 horas.

“No voy tan mal”, pensé cuando llegué a la transición, pero entregué la bici y no podía pisar con el pie derecho, tenía un fuerte dolor en el talón. “Son los zapatos y cuando me los saque pasará”, pensé, pero llegué a la transición sin poder pisar. Ahí comenzó la lucha entre seguir o abandonar, no me veía corriendo 42 km con ese dolor y me quedé sentada rabiando de impotencia. Una brasileña me dijo que levantara los pies con una silla y ahí me quedé al borde de las lágrimas. Pensé en mis hijos que me estarían esperando en el kilómetro 7 del trote “¿cómo les aviso? Se van a preocupar si no me ven”. Así que después de cerca 15 minutos decidí continuar por lo menos hasta llegar con ellos.

Afortunadamente a medida que intentaba trotar el dolor fue cediendo y aunque no llevaba un buen ritmo por lo menos estaba trotando. El primer giro era el más largo de 22 kilómetros y habían por lo menos tres subidas muy fuertes pero cortas, así que no me estresé y las caminé muy relajada. Ya estaba llegando al kilómetro 7 y ahí estaban mis peques y mi marido con un cartel de “Feliz Cumpleaños IronMami”. Hasta ahí no me había acordado que estaba de cumpleaños. Los besé a los tres y les dije que me fueran a esperar a la meta, que iba a llegar como fuese. Era el ánimo que necesitaba para continuar. Completé el primer giro. El segundo y tercer giro eran de 10 km en terreno plano, en teoría más fácil, pero ahí comenzaron nuevamente mis problemas de reflujo, no podía beber ni comer nada, porque tenía muchas náuseas así que decidí caminar hasta que cediera un poco. La noche ya había llegado y lo único que pensaba era que tenía que llegar pronto para que mis niños no estuvieran pasándose de frío. Al caminar me enfríe mucho así que tuve que tomar sopa caliente en los puntos de hidratación. Y así pasar los otros 20 kilómetros, entre caminar y trotar a medida que me sintiera mejor. Después de un poco más de 5 horas ya estaba camino a la meta.


La entrada a la meta era espectacular. Quedaban pocas personas alentando, pero mis fieles hijos y marido estaban ahí y era lo único que importaba. Después de 14 horas y 16 minutos, no había sacado lugar, no había clasificado a nada, no había mejorado mis tiempos. Sólo me había transformado en una IRONMAMI!!!

Lorena Osses

Fecha de la carrera: Domingo 31 de mayo de 2015

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que gran relato, que vibrante historia, que ejemplo de perseverancia, solo mi admiración a esa madre y esposa convertida en IRONMOM!!!!!!

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