Carlos Neumann: "¡Un sueño hecho realidad!"


Race Report Patagonman 2018

En general, mi personalidad es más bien introvertida y soy una persona que celebra los logros con las personas más cercanas, mi núcleo familiar, pero finalmente me decidí a escribir mi Race Report, para compartir y entregar la experiencia para los futuros competidores.

Como muchos ya han escrito, esto comenzó hace un año atrás con una publicación que visualice en Facebook. “Patagonman Xtreme Triathlon” y me dije, si hace 8 meses que corrí Florianapolis, esta es la oportunidad de poder hacer lo mismo, pero en mi país; por lo tanto, me inscribí para el sorteo sin estar consciente de lo que estaba haciendo. Luego pasó el tiempo y finalmente recibí el mail informando que teníamos ¡una semana para aceptar el desafío! Ahí recién me vino una angustia de entender que significa esta competencia. Estuve hasta el último día analizando si me inscribía o no. Finalmente decidí inscribirme.

Ya en enero, en la largada de Pucón, me encontré con Tim y le mencioné que me había inscrito a esta locura y él me ratificó lo mismo, por lo tanto estábamos listos para armar los entrenamientos en conjunto.

Durante la carrera de Pucón, me lesioné en la cadera (2da vuelta), lo cual me significó abandonar. La semana siguiente a Pucón, fui al médico y para mi sorpresa, me comentó que ya no podía correr más, porque tenía Artrosis muy avanzada en la cadera (Grado 3 de 4) y además un pincelazo de cadera. Se me vino todo abajo, moral, carrera, animo, etc.

Pero mi barra incondicional, mi señora Johanna y mi hijo Thomas, me alentaron a seguir adelante y ver con el tiempo que pasaría. Finalmente volví a los entrenamientos y durante los siguientes 7 meses hice sólo bici y natación. El trote empecé a practicarlo recién en octubre unas semanas antes de Coquimbo debido a la lesión.

Finalmente llegó la semana que tenía que viajar y el nerviosismo de saber si el cuerpo era capaz de resistir las horas de competencia. Con mi equipo de apoyo y soporte nos fuimos a vivir esta gran aventura.

¡Llegó el día D! Alojando en Coyhaique, nos levantamos a las 01:30 con el objetivo de estar saliendo máximo a las 02:15, porque el viaje hacia Chacabuco era al menos una hora.

Cuando llegamos, sólo de ver el transbordador ¡se me hizo! Me bajé del auto derechito al baño, mientras mis 2 fieles compañeros de equipo Carlos Pérez y Horacio Medina, arreglaban las cosas.

Nervioso, empecé a ponerme el traje y acercándome al buque me encontré con Tim y nos fuimos juntos hacia dentro del transbordador. Con la ansiedad al máximo, estuve moviendo los brazos y poniendo cara de que todo estaba bajo control, ¡pero era mentira!

Una vez la compuerta abierta, fui el primero de los futuros PATAGONMAN en saltar al agua. Igual que varios han mencionado, encontré el agua tibia, por lo cual la natación no fue preocupante. Los 3,8 km fueron relativamente rápidos, sin mayores inconvenientes. Después de una hora de nadar, salí del agua en la décima novena posición.

En la T1, me tomé el tiempo necesario para cambiarme por completo, comí algo porque no había logrado tomar desayuno por lo nervios, tomé la bicicleta y crucé la placa. Estaba bastante contento y con mucho ánimo de pedalear. A los 10 km justo cruzando el puente, pinché. Perdí alrededor de 15 min en cambiar el neumático porque el primer cartucho de CO2 no funcionó correctamente. Luego me fui sin problema hasta llegar a la subida de Coyhaique.

Con un sobre peso de casi 8 kg sobre el peso ideal, sentí en mí como actuaban las leyes de Newton. Me costó mucho subir y veía como los corredores pasaban a mi lado como pluma en el viento. Desesperado, dije “esta es la primera de tantas subidas, ¿qué haré con el resto del recorrido? Me calmé, y de a poco me fui pedaleando recordando lo que John Medina me había dicho el día viernes en Bahía Acantilada: “paciencia porque será un recorrido con muchas subida y largo”. Le hice caso y me fui tranquilo deteniéndome en cada punto de abastecimiento hasta llegar al 135 km. Ahí me encontré con mi equipo de soporte, y, la verdad estaba muerto, acalambrado. ¡no me podía mover!

No sé cómo pero me tiré al piso y de repente apareció de la nada misma una mujer, quien me dijo, relájate y me empezó a hacer Reiki y luego apareció otra persona, un hombre quien me elongó hasta dejarme casi nuevo. No sé quiénes eran, pero quiero agradecer la ayuda ofrecida justo en el momento ad hoc.

Me levanté, comí y seguí pedaleando. A los 100 metros, nuevamente paré porque seguía con un calambre en el cuádriceps derecho. En ese mismo instante, pasó un jeep y el conductor bajando el vidrio me dice: “¿quieres renunciar?” En esos 15 segundos, se me vino a la mente el año completo que significó prepararme para esta competencia y sin pensar tomé la bicicleta y seguí. Los siguientes 25 km fueron duros, si bien no hubo mucha pendiente, tuve viento en contra que no me permitió avanzar cómodamente. Finalmente, al km 160 una familia que estaba apoyando gritó: “¡Felicitaciones terminaste lo más difícil!”, ahora queda sólo bajar y así fue.

Solté un grito de desahogo y me dije a mí mismo, listo, etapa de bicicleta superada. La bajada estuvo bastante rápida y pedaleando con precaución por la velocidad. Hay momentos que logré llegar a los 70 km por hora. Esto me permitió soltar las piernas para llegar algo más fresco al trote. Fue un tiempo de 7:30 horas en bicicleta.

Una vez en T2, actué de la misma forma que en T1, con calma, me saqué toda la ropa y me cambie por completo, comí y tomé mucho líquido, ya que venía mi disciplina más débil y estaba nervioso por la lesión existente en mi cadera. Salí a trotar y los primeros kilómetros me sentí muy cómodo, algo acalambrado, pero con el ánimo positivo dado que ya había logrado 2/3 de la carrera.

Al km 3, una pared, ¡¡shuuutttaaa!! Empecé a subir y luego volví a bajar, así sucesivamente. Mi rendimiento bajó a casi nulo, en las subidas caminaba y en las bajadas trataba de trotar algo. Después de algunos kilómetros, llegué al cruce del río, me pregunté “¿qué hago?”. Crucé con todo y aproveché de refrescarme el cuerpo y la cabeza. Fue la peor decisión que pude tomar, quedé con las zapatillas y calcetines mojados lo que me significó tener -desde el kilómetro 12- ampollas en ambas plantas de los pies. Durante los siguientes kilómetros, el andar fue cada vez más doloroso a tal punto que desde km 25 empecé a trotar y caminar con el borde (exterior) de los pies. Finalmente llegue al km 30 donde mi gran equipo me estaba esperando. Me saqué los calcetines, y tenía ambos pies con ampollas del tamaño de la planta. Ya no daba más de dolor y no podía caminar ni trotar.

Ahí viene lo más bello e importante de la carrera. La gente que te acompañaba y me daba soporte. Me dicen, “¡vamos weón, ya lo hiciste todo, sólo quedan 12 km!”. Me levanté del auto, me arreglé y nos fuimos con mi soporte. Logré correr 3 km más y luego por el dolor, me detuve y literalmente caminé los últimos 10 km. Finalmente después de 42,5 km, aceleré el paso de la caminada porque veía de lejos el arco. Finalmente con más perseverancia y ganas de triunfar, logré cruzar la meta con un gran golpe a la campana.

Me dije “misión cumplida ¡¡soy un PATAGONMAN!!

Me emocioné, grité al cielo y pensé en mi señora Johanna y mi hijo Thomas. Si bien físicamente, ellos no estaban, pero estuvieron conmigo en mi cabeza durante las 16 horas de competencia que duró esta travesía.

Gracias a mi familia, mi gran equipo de soporte Carlos Pérez y Horacio Medida. Mi entrenador Sergio y mis compañeros de Nice Sport, pude cruzar la meta. Sin el apoyo de ellos no creo que lo habría logrado.

¡Gracias equipo!

Así quedaron mis pies. En mi mente recordaré estas heridas, como las más bonitas y felices que he tenido, producto del orgullo de haber logrado mi sueño hecho realidad.

Carlos Neumann

Fecha de la carrera: Domingo 09 de diciembre de 2018

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