Cristian Pedreros: “¡Lo hice: soy un Patagonman!”


Race Report Patagonman XTRI 2018

Era mayo de 2015, con 120 kilos, cuando tomé la decisión de practicar triatlón. Cuatro meses después estaba compitiendo en Puerto Velero. Me di cuenta que era lo mío y en enero de 2016 ya estaba corriendo mi primer Ironman 70.3 en Pucon. En ese año participé en cuanta triatlón había, y se me sumaba mi hija -que en ese entonces- tenía 12 años.

En julio de 2016 tuve la oportunidad de participar en un tricamp donde conocí a Felipe y Pamela (VandeTastest), donde recuerdo comentar que mi sueño era correr un Ironman, contestando que para cumplir los sueños se debe trabajar mucho.

En agosto de ese año tuve un trágico accidente entrenando en la bicicleta: tres costillas quebradas, neumotórax y fractura de clavícula. Me tuvo en cama desde septiembre a diciembre. Al levantarme, me inscribí en Pucón 2017 completando la prueba en 6 horas y 6 minutos, luego participé del Ironman 70.3 Coquimbo con un tiempo de 6 horas y en Pucon 2018 registré 5 horas con 40 minutos. Me pregunté ¿y ahora qué viene?

Apareció el Patagonman y yo, no inscrito, gestioné por aquí y por allá, hasta que llegó Ignacio Valdivieso, el que me solicita tiempos de carreras, me informa que existe la posibilidad y no dudé. En marzo de 2018 quedo inscrito sin darme cuenta de la locura que estaba haciendo, sólo sabía que estaba en la distancia Ironman. Comencé a revisar videos de formatos XTRI y me di cuenta que esto era para “locos”.

Para este desafío, Felipe -luego de una charla- me comienza a guiar y realizar un plan de acuerdo a mis turnos. Nadie me dijo que sería fácil. Primero por trabajar en el fiordo de Aysen donde nos tiraríamos a las frías aguas. Podía ser una ventaja, pero nadie sabía que vivía 12 días en una casa al medio del mar que se mueve 24 hrs al día, en donde una bicicleta de spinning y una cinta era todo lo que tenía para el entrenamiento, además de la piscina natural en el patio de mi casa pero con una temperatura de 7°C.

Así pasaban los 12 días entre movimientos y oleaje los 7 días en tierra se sacaba el 100% del entrenamiento dedicándome 3 a 4 hrs diarias. La alimentación era controlada en tierra, pero en la mar la ansiedad hacía que la dieta no se cumpliera.

Así pasaban los meses y llegó Octubre. Decidí venirme a la región de Aysén para prepararme y aclimatarme, donde tuve el privilegio de compartir con los patagones locales y un experimentado triatleta argentino, Pablo Agüero, que me hablaba y me aconsejaba diciéndome que esto había que solo terminarlo, y yo soñando con mis 13 Hrs .

El último turno no fue muy bueno en términos de alimentación: la ansiedad en la mar me hizo subir 3 Kilos. Me comencé a desesperar pero ahí estaba mi coach y Pablo Agüero conteniéndome.

Llego el día. Eran las tres de la mañana y mi mente asimilaba lo que se venía, repasaba el circuito, corriente, equipamiento, hablaba con mis soportes, mi padre, Mauricio Trujillo y mi hija Javiera que fueron fundamentales de principio a fin. Al embarcarme sabía que estaba por escribir mi propia historia. Veía en mis compañeros la preocupación y concentración. Por mi parte, orinaba y orinaba, no sé si por nervios o el exceso de líquido. A saltar, la temperatura estaba agradable comparada con los 7°, 8°, 9° que habíamos nadado, sólo me dediqué a nadar y en 1:17:00 estaba afuera, sorpresa fue al ver mucha gente y bicicletas en la zona de transición.

Luego de una rápida transición, abrigado como hijo único, con pijama térmico -ya que durante los entrenamientos me había dado hipotermia- salía a rodar. En esta etapa los soportes jugaron un rol fundamental manteniéndome siempre abastecido. En el km 80 la carrera iba de acuerdo a lo planificado. En el km 125 el calor y sabiendo que venían las cuestas, me saqué el pijama térmico para enfrentar la altimetría y las ráfagas de viento, que impedían pedalear bien, pero quedaba cada vez menos, había que seguir hacia villa Cerro Castillo, que lo hice con 8 horas 10 minutos de carrera.

Mi mente decía “listo, ahora lo último” y no pensaba sólo en llegar sino que en hacer un buen tiempo en mi primer Ironman extremo. Salí con todas las ganas al 1000% pero ya en el km 3 me encuentro con una pared. Mi mente decía “olvídate en el ritmo y tiempo sólo debemos llegar”. Sufrí al correr, por lo que caminaba más que lo que corría. Así llegué al pueblo de Ibáñez, donde su gente en las puerta de su casa aplaudían a los patagones, regalaban flores, que representaban el cariño de las personas que valoraban el esfuerzo realizado. Ahí estaba la campana junto a mi padre, hija y amigos. En mi mente un beso al cielo diciéndole a mi madre ¡LO HICE SOY UN PATAGONMAN! En 13 horas y 41 minutos.

Gracias a todos. ¡Nos vemos el 2019!

Fecha de la carrera: Domingo 09 de diciembre de 2018

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