Cristóbal Vial: “Fue una experiencia para contarle a mis nietos”


Compito en triatlón desde hace un poco más de dos años, antes corría algunas maratones y jugaba fútbol, pero una lesión en la cadera me hizo cambiar de disciplinas y comencé a probar de a poco con el triatlón. Clasifiqué al Mundial de Maui después de clasificar en el Xterra Chile, pero, sin la intención de excusarme, una lesión hizo que este año fuese muy difícil para mí y no pude entrenar por el intenso dolor que me provocaba esa molestia.

De todas maneras, participar en Hawaii ya significaba un premio enorme para mí. Me lo tomé sin demasiadas expectativas por el tiempo, con un plan de carrera que rondaría las cuatro horas en condiciones “normales”.

Digo normales porque después de correrla, no la defino como una Xterra, sino como una XTerrible.

La noche anterior hubo un diluvio con mucho viento y el mar estaba bravísimo. La cara de preocupación de todos los corredores antes de entrar al mar era increíble. Muy pocos probaron el agua antes de la carrera por lo difícil que era meterse.

El agua fue muy dura. El circuito era una M como Pucón, con dos entradas y salidas al mar. En la primera entré bien, sólo con olas normales. Salí y entré de nuevo, ya con los anteojos empañados y con la adrenalina a full. Me metí otra vez y veo una ola muy grande que viene en camino, así que me tiré para pasarla por debajo, pero la agarré tarde y salí revolcado por ella. Vi que venía otra ola más grande que la anterior, traté de pasarla bien por debajo, pero de nuevo me revolcó, y esta vez, me sacó los anteojos.

Reconozco que en ese momento me asusté. Que entré un poco en pánico, y que por ese motivo, quedé en la peor posición de donde revientan las olas sin topar. Tuve otros dos revolcones más. Me devolví a la playa hasta topar, intenté mantener la calma, ponerme los anteojos, pero sólo escuchaba los gritos estilo gringo “wuoooo” entre los espectadores por lo grande que fueron esas olas.

Estaba en una pesadilla. Calculé que además ya había perdido unos cuatro o cinco minutos en todo este episodio. Intenté calmarme y sólo ahí logré ver el mar con mayor tranquilidad. Entré de nuevo, aún asustado. No rezaba hace años, pero recuerdo que comencé a rezar desde la última boya hasta la playa para que me tocara una salida digna. Parece que “el de arriba” me escuchó, porque la última salida del agua fue buena, pese al desgaste emocional de los últimos minutos en el agua y el tiempo que perdí.

Después me subí a la bici para entrar a un barrial donde no se podía pedalear. Diría que fueron 8K con la bici a cuestas, subiendo los primeros 600 metros de desnivel con detenciones muy seguidas y sacando el barro con palos para limpiar las cadenas y las ruedas. Se formó una fila de corredores con la bici a cuestas, realmente no se podía pasar. Además, cuando subí los pedales no lograban engancharse en las fijaciones por el barro. Caminé cerro arriba con la bici, pese a los resbalones con el barro. ¡Esto no fue MTB! El circuito cada vez se ponía peor con el paso de los corredores. Luego de unos 15K, por fin hubo una bajada y repechos bastante pedaleables.

No sólo la pista hizo la carrera complicada, la humedad y los 32°C de calor, lo hicieron mucho peor. Sólo en el trayecto de la bici me tomé todo el camelback de 1,5 litros, tres rellenos de caramagiola en los abastecimientos y cinco geles.

En la bici planifiqué un tiempo de un poco más de dos horas, pero por las circunstancias me demoré tres horas con 15 minutos.

El trote en el cerro también fue con mucho barro y desnivel. En muchas partes tuve que agarrarme de las ramas, troncos y pasto para no resbalar. El trote fue lo más normal de la carrera, logré pasar a muchos y terminar “disfrutando” el maravilloso lugar donde competimos.

En resumen, lejos lo más duro que he hecho en el triatlón. Me demoré 5:04 horas en total, logrando el puesto 41 en mi categoría (40-45) donde competían 72 corredores. ¡Me demoré más que en Pucón!

Todos los que estuvimos ahí comentamos lo duro que fueron las condiciones este año, quizás la más dura de todos los mundiales. Pero bueno, ya está. Soy feliz de correr por Chile y está fue una experiencia para contarle a mis nietos.

Cristóbal Vial

Fecha de la carrera: Domingo 28 de octubre de 2018

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