Jaime Opazo: “Mi sueño se hizo realidad”
Race Report: Tridesert 2016 - Distancia Ironman
Decidí dejar pasar unos días para poder dimensionar de mejor manera lo que fue mi debut en la máxima distancia del triatlón. Hasta que me animé y aquí les dejo mi experiencia de correr un Ironman en el Tridesert 2016.
Los 100 likes que gatillaron el Ironman
Esta aventura parte varios meses antes con una solicitud pública de apoyo, que a modo de juego y en broma hicimos con mi esposa. Una solicitud desde mi cuenta de Facebook que si lograba llegar a 100 Me Gusta tendría su apoyo en todo, lo que significaba el entrenamiento, los tiempos de descanso y todo aquello que implica preparar un Ironman. La verdad es que fue lo más sencillo de conseguir en todo este proceso, ya que Trichile compartió la publicación y los likes superaron ampliamente la cantidad requerida. Con el apoyo familiar el primer paso estaba listo.
Pero esta idea partió un año antes
En septiembre del 2015 seguí el desarrollo de la distancia Ironman y haciendo un poco de historia, ya se había hecho en Chile una experiencia Ironman en Puerto Varas, organizada también por Olimpo Producciones y albergué secretamente la esperanza de ser parte de una edición 2016, pero para eso debía realizarse. ¿Con tan pocos corredores sería posible? ¿Habría una versión 2016 del Ironman Tridesert? Nadie lo sabía, con 5 corredores y sólo 4 finisher nada aseguraba que se realizaría.
Por eso me animé y le escribí el siguiente mensaje a Marcela Sarmiento y Rodrigo Salas: “Estimados Rodrigo y Marcela, espero que la evaluación de la distancia Ironman en Pto Velero haya sido positiva para ustedes y quieran repetirla en la próxima edición del Tridesert. Estoy muy interesado en ser parte de ella. Sepan desde ya que si la realizan, ya cuentan con un corredor. Un afectuoso saludo. Jaime Opazo”.
Pasaron los meses y se confirmó en la web de Olimpo la realización de la carrera. Programada para el 11 de septiembre del 2016, ni siquiera lo dudé y me inscribí en el primer tramo. En ese momento pensé: “Puerto Velero voy por ti”.
Los motivos de correr un Ironman en Chile
Soy Profesor de Ciencias Naturales en el Liceo Salesiano Camilo Ortuzar Montt, trabajo con estudiantes de 5to y 6to básico y tan solo pensar en dejar a mis alumnos por más de una semana se me hace muy difícil, por no decir imposible. Más si se me ocurriera viajar al extranjero a correr un Ironman. Sería para mí casi más complejo que la misma carrera.
Además valoro muchísimo que la distancia Ironman se pueda correr en Chile. Porque se fomenta para que más triatletas chilenos se atrevan a correrla sin tener que buscar en otros lugares del mundo, cuando en nuestro país perfectamente se realiza gracias a nuestra geografía, infraestructura vial y calidad de los deportistas. Y en el caso de Puerto Velero, es una plaza más que consolidada y al ser producida por Olimpo no hay situaciones inesperadas que incomoden al corredor.
Comienza el desafío
Programamos junto HP Team, del que soy parte, todos los entrenamientos y tuve semanas de carga y descarga, entrenamientos largos de ciclismo y trote. Tridesert en Puerto Velero era el rumbo ya trazado.
El invierno de este año lo sentí particularmente frío y más aún preparando una carrera tan importante. Muchas horas de rodillo y trotar con frío de verdad fue durísimo. Muchas veces me sentí vencido por el clima y el cansancio mental y físico. No dejaba de pensar en lo que significa una prueba de este tipo y al hacerlo me era muy poco alentador para ser honestos, y si a eso le sumamos que no fueron pocos los que me preguntaron si estaba loco, si me había pegado en la cabeza, que Puerto Velero es muy duro. ¡Y claro que lo es! Pero el desafío estaba planteado.
Una vez que terminé mi preparación me conformé: lo que se entrenó estaba ok y lo que faltó, bueno, veremos que pasa.
A enfrentar el desafío
Ya ubicado en Puerto Velero, asistí a la charla técnica donde conocí a los demás corredores. Hasta entrevistas tuvimos que dar. Pero desde la producción nos confirmaron lo que ya sabíamos, que sí, estábamos todos locos por estar ahí. Eso echó por tierra definitivamente mis esperanzas de cordura.
Hasta que llegó la esperada mañana del 11 de Septiembre. Al entrar al parque cerrado, los triatletas del Ironman tuvimos una zona dedicada para nosotros, la que contaba con una carpa para cambiarse de ropa, un rack para dejar la bicicleta y canastos para dejar la ropa.
La natación
Realicé un pequeño calentamiento previo y me lancé a conseguir el desafío. Tuve que completar cuatro giros de natación, de los cuales el primero fue el más poblado y afortunadamente sin golpes. En cada giro que dí miré el reloj y me sorprendió lo bien que iba. Aprovecho de agradecer a Carolina Trewhela, mi entrenadora de natación, que en un par de meses me devolvió la confianza en el agua.
¡Salí, por fin! Nadé 3.900 metros en 47 minutos y lo encontré notable. No lo podía creer y me sentí muy bien porque nunca nadé exigido. Salí sólo segundos detrás del primero y ahí pensé: “Tranquilo Jaime queda mucha carrera”.
El ciclismo
Después de una buena T1 comencé en primer lugar el circuito de ciclismo. Siempre tuve clarísimo que el circuito de Puerto Velero es muy duro y cuatro vueltas pueden hacer de esto un infierno. Por eso mi plan era bajar las 6 horas en la bici, pero todo dependía de cómo se dieran las cosas y me focalicé en mantener un pulso tranquilo y dejar piernas para el trote.
Antes de llegar al sector del peaje me pasa muy rápido Víctor Cloquell de RPM. Yo seguí fiel a mi estrategia y no hice ni el intento de seguirlo.
Así se fueron dando los giros mientras nos cruzábamos con corredores del Medio y del Cuarto en Bici. Luego siguieron los puntero del Cuarto trotando, los punteros del Medio trotando hasta que nos fuimos quedando solos en una ruta que presentó escasos vehículos, y los que pasaban eran sumamente respetuosos con nosotros. Además siempre contamos con el apoyo de Carabineros, banderilleros, vehículos de la organización circulando constantemente y muy pendientes de nosotros y de una ambulancia permanente en la ruta.
Sobre los abastecimientos, estos contaron con agua, isotónico, fruta y geles, muchos geles. Yo sabía como sería el tema y me preocupé antes de la competencia de abastecerme bien. También se nos permitió que nuestros familiares nos entregaran algunos adicionales siempre en los puestos de abastecimiento, algo así como mi propia special bag. Esto se aplicó tanto en la bici y el trote. Pero yo y mi pan con queso no nos separamos por ningún motivo.
Toda buena acción tiene su recompensa
Promediando la tercera vuelta de la bici y cuando ya los corredores del cuarto se iban de Puerto Velero en sus autos, veo nuevamente en la ruta a Víctor Cloquell pero ahora parado junto su bici. ¡Que mala suerte! Tal vez, suerte no fue la palabra que cruzó por mi cabeza pero paré, ni lo pensé y le pregunté: ¿Estás bien? Realicé una inspección ocular desde mi bici y sí, estaba bien. “Estoy bien”, me responde, “sólo pinché. ¿Tienes para cambiar?”. Él no pudo inflar el nuevo tubular y decidí sacar el que tenía repuesto, le pasé cápsulas de CO2, el inflador y mi único tubular de repuesto. En eso llegan otros corredores, del cuarto supuse y lo ayudaron. Victor me grita que siga y yo seguí. Bastaron unas cuantas pedaleadas y pensé ¿y si pincho yo? Sólo llevaba un tubular y cómo iba tener tanta mala suerte. Nuevamente no fue suerte la palabra que cruzó por mi cabeza, pero la tranquilidad llegó gracias a mi buena acción. Todos nosotros habíamos sorteado muchas dificultades que nos hubieran hecho salir de la carrera. Pero qué diablos, exclamé, vamos nomás y a rezar para no encontrarse con nada que pinchara mis tubulares.
El maratón
El ingreso a Puerto Velero para dejar la bici fue maravilloso. Llegué con mi tiempo dentro de las expectativas, dejando atrás un ciclismo complicado con el viento cambiante y una altimetría muy dura. Pero llegué a dejar mi bicicleta ocupando el primer lugar, haciendo el tiempo esperado y recibiendo el aliento del locutor y todos los que estuvieron ahí. Me animaron a empezar el maratón, mientras seguía pensando que todo esto era un regalo por mi buena acción.
Mente fría, trago saliva y digo, ahora empieza la carrera de verdad. Todos quienes han corrido Puerto Velero saben que el trote no da respiros, es complicado. En Pucón la península es muy difícil, pero saliendo de ella está el plano y eso se agradece. Pero en el Tridesert son subidas y bajadas que en el kilómetro 15 se vuelven una tortura. Y son cuatro giros de trote.
En un momento temí que apareciera una antigua molestia en el isquiotibial, pero afortunadamente no lo hizo. Carlos Díaz, quien al final del día fue el ganador, me pasó sin problemas en el kilómetro 3. Yo a esas alturas iba muy tranquilo y en un momento nos comenzaron a escoltar con bicicletas y vehículos de la organización. Y la ambulancia siempre en la ruta ante cualquier imprevisto.
En mis paradas para hidratarme o comer siempre me preguntaron cómo estaba, si me sentía bien. También recibí el apoyo de los triatletas que a esas alturas comenzaban su regreso a Santiago.
Tuvimos tres abastecimientos en cada giro, donde abundaba el agua, isotónico, frutas, geles, muchos geles, bebidas cola, galletas, chocolates, cosas saladas. Pero yo disfrutaba del infaltable pan con queso que recibí siempre de mi esposa, quien me acompañó durante todo el día junto a mi hija, mis papás y mis hermanos con sus familias completas.
Los últimos 2 kilómetros fueron de ensueño. Mis piernas que dolían dejé de sentirlas, menos el impacto de cada paso que antes me hicieron estremecer. Tuve la sensación de levitar a centímetros del suelo con cada zancada. El pecho lo tenía hinchado de emoción y muchísimos pensamientos positivos recorrieron mi cabeza. Había sorteado la oscuridad de los últimos 10 kilómetros y jamás sentí temor en la ruta pese a estar solo al medio de la penumbra. Cuando el ciclista que me acompañó encendió su luz frontal, pensé en el largo día que se iba y en la capacidad que tenía hacer cualquier proeza a esas alturas. Aquí me detengo para agradecer a Sebastián González, Head Coach de Frontt, por su apoyo en la carrera. Tigre eres un grande.
El sueño se hace realidad
Comienzo a sentir la música de fondo, cada vez más fuerte y ya al entrar a meta escucho al locutor decir mi nombre, ¡Aquí viene Jaime Opazo del HP Team! En ese momento un grito de euforia salió desde lo más profundo de mí. ¡Lo hice! ¡Lo logré! ¡Terminé! Agradecí a Dios por cumplir este sueño que tuve desde niño y que se concretó 25 años después. Había terminado mi primer Ironman en 12 horas, 24 minutos y 0 segundos y después de todo, sentí que el día se me pasó volando. Mi sueño se había hecho realidad.
Llegaron los abrazos, las lágrimas, mucha emoción y el enorme cariño de mi familia. Luego los saludos y mi merecida medalla de finisher. Después recibí la llamada del Negrito Valdivia que me dijo por teléfono: "Te levantaste como triatleta y te vas a ir a acostar como Ironman". ¡Cuánto sabe ese Negro! Te quiero mucho Negro.
Para terminar quiero agradecer infinitamente a Dios por darme vida y salud. A mi esposa y mis hijos, a mis hermanos, cuñadas y cuñado y a mis sobrinos. A mi club HP Team por no dejar nunca de creer en mí y apoyarme siempre. A Carolina Trewhela y Héctor Larenas por hacerse cargo de mi entrenamiento. A mis amigos del Tri+ (todos incluídos). A Olimpo Producciones por darnos alas para soñar, y es de esperar que esta distancia esté en Tridesert 2017. A Trichile por la tribuna y a cada persona que me brindó apoyo, aliento y cariño en este proceso. Son muchos y no quiero dejar a nadie fuera, pero quiero agradecer por sobre a ti, lector, a ti que estás leyendo este Race Report. Mi consejo es que si te animas a cumplir un sueño o quieres medirte en un Ironman, ojalá en nuestro país, persíguelo. Busca eso que tanto te mueve y consigue ese desafío que te hace sonreír con sólo pensarlo. ¡Hoy puedo decir soy uno más de la manada!
Me llamo Jaime Opazo y si no estoy corriendo, quiero estar locuteando. ¡Nos vemos en la ruta!
Jaime Opazo
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Fecha de la carrera: Domingo 11 de septiemnbre de 2016