Nicolás Kuntsmann: “La carrera imperfectamente perfecta”

Race Report IM Florianópolis 2016

Organizar la participación a un IM es algo que lleva mucho tiempo, no sólo por el entranamiento, sino que por muchas otras cosas.

Voy a dividir el race report en partes para hacerlo más llevadero, porque está largo.

El permisio y el lugar

Hace creo 16 meses que partió todo. Lo primero y fundamental para poder hacer esto es tener el apoyo de la familia. Sin eso la verdad que es imposible. Después hay que cuadrar el destino con los compañeros de equipo. Me acuerdo que esto no fue fácil, porque había un rumor de que Florianópolis no se hacia el 2016, con lo cual Texas, Taupo y un par de lugares en Australia se veían como alternativa.

Finalmente Floripa se confirmó y nos terminamos inscribiendo 27 personas del Brain Team, de los cuales 4 nunca partieron el proceso, 3 se tuvieron que bajar muy cerca de la carrera por lesión y 1 se bajó ya en Floripa un día antes de la carrera por enfermedad (mala suerte tremenda). En resumen, fuimos 19 los que estuvimos en la la línea de largada.

El momento de la inscripción fue muy emocionante. Me acuerdo que veniamos de un entrenamiento en la piscina y las inscripciones se abrían a las 10:00 am de Chile. Estaba el chat del equipo hirviendo, yo tuve la suerte de ser uno de los primeros en poder inscribirme y ahí empezamos a mandar las fotos de la inscripción (algo que creo hacemos todos en este deporte). Despues de algunas horas ya no quedaba ni un cupo (Floripa es muy demandada), lo que llevó a muchos a tener que inscribirse pagando la caridad que es un poco más cara.

El Entrenamiento

El entrenamiento es realmente duro. Se entrena entre 4 y 5 meses, durante casi todos los dias y muchos de ellos en doble turno, ademas de largas jornadas los sábados y domingos, en los que muchas veces se llega a las 4 ó 5 de la tarde a la casa. Todo esto implica un sacrificio en muchos ámbitos, ya que casi todos los días parten entre las 5:30 y 6:30 am con algun entrenamiento, luego toca llevar a los niños al colegio, oficina am, entrenamiento al almuerzo, oficina pm, entrenamiento post oficina, familia y así sucesivamente. Es así como los cumpleaños, amigos, salidas, etc., se reducen a casi cero. Este ritmo muchas veces la gente no lo entiende y creen que uno está loco.

Algunos de los números fueron:

105 km de nado
3.000 km de bici
700 km de trote
650.000 calorias quemadas, y eso que entre medio me tocaron algunos viajes de trabajo y otras cosas que no me dejaron entrenar bien.

En el entrenamiento nos cuidamos mucho de no pedalear con lluvia por lo peligroso, evitar correr con lluvia tambien para no enfermarnos y no perder entrenamientos y no nadar medios enfermos para no agravarnos. Despues entenderán la ironía de todo esto.

El Grupo

Para mi aquí estuvo la clave, de verdad que quiero agradecer y nombrar a cada uno de los compañeros, que a esta altura ya son amigos, con los cuales partimos el proceso (Dan Dvorquez, Dennis Arias, Eduardo Bianchi, Felipe Salazar, Felipe Vicuña, Gabriel Recabal, Hugo Cisternas, Chul Hun Lee, Ian Vargas, Ignacio Muñoz, Luis Gallegos, Luis González, Marcelo Hidalgo, Mario Diemoz, Mauricio Batikoff, Oscar Pradenas, Pancha Casas, Pato Vásquez, Ricardo Sohrens, Rodrigo Campos, Sebastian Kreft, Sebastian de Peña y el coach Matías Brain). Si no hubiese sido por ellos, difícilmente llego a pararme a la línea de partida.

En estos cinco meses pasa de todo: lesiones, bajas de ánimo, mucho cansacio, etc. Y siempre hubo alguno que te levantó, que te llamó o te mandó un mensaje, que te abrazó en un entrenamiento, que te esperó en algunos de esos 180 km donde lo único que querías era botar la bici y subirte al auto, o que corrió contigo apoyándote en esos 30 km de lunes con frío y lluvia.

Me acuerdo que partimos a mediados de enero y en el primer entrenamiento de 180 km de bici + 5 km de trote, el termómetro del auto nos marcó 40ºC en Til Til. Y cuando nos bajamos a correr, marcaba 34ºC. Terminamos todos casi vomitando y muy angustiados de cómo corerríamos el maratón del IM si después de correr 5 km todos cagones nos queríamos morir. Tres meses después pedaleábamos y corríamos con temperaturas cercanas a cero, realmente congelados.

La llegada a Floripa

A 5 dias de viajar a Floripa, me agarré una bronquialgo que me tuvo un poco mal. Por suerte existe el 110 y Mario Sandoval me dio un antibiótico que en 5 dias me dejó impecable, por lo que pude viajar sin problemas. La emoción que se vive preparando la maleta, el aeropuerto, el vuelo, la acreditación de la carrera y la onda que se genera en el pueblo es realmente increíble. Miles de triatletas probando el agua, las bicis, corriendo, etc.

Te llenan de energía, pero esa misma energía pasó a angustia de un momento a otro, en el último kilometro del último entrenamiento de trote en Floripa, cuando sentí un pinchazo en el izquitibial derecho. No podía ser, mi historial de lesiones y por sobre todo desgarros es tremendo, pero no me había desgarrado en todo el proceso de preparación. En ese momento pensé que era sólo contractura, pero ya en la tarde empezó un dolor más intenso y entendí que el plan A ya no era opción y había que replantearse la carrera. Llamé a mi kinesiólogo estrella (grande Seba Manzur), que me dio algunos consejos. Ahora el objetivo era terminar la carrera como fuera. Siempre el objetivo del primer IM es terminar, pero también siempre uno tiene un objetivo de tiempo y el tener que ocupar las 17 horas disponibles no es mucha opción. Ahora en mi caso empezaba a ser opción.

Lo que nunca fue opción, fue volver a Chile sin la medalla. No hay forma posible de explicarle a tu hijo de 5 años que no terminaste la carrera por que tienes una herida adentro del cuerpo y que no se ve, así que a la meta llegaría arrastrándome si era necesario.

Además, dos de nuestros compañeros caídos a última hora (Ro Campos y Felipe Salazar), hacian que la motivación de llevarnos la medalla a Chile fuera aún mayor.

La carrera

3:30 am arriba a tomar desayuno, baño, ducha y afuera.

Caminata de 3 km hasta el parque cerrado, decidí irme solo para concentrarme.

Entré al parque cerrado y empezó el nerviosismo. Nunca me había pasado algo así. Estaba muy desconcentrado, quería llorar, me daba vueltas y no sabía qué hacer. Por esas cosas de la vida y como caído del cielo justo apareció Matías Brain (el coach), me dijo qué tenía que hacer y sólo lo hice, pero el nervio no desaparecioó. Me fui a la playa que quedaba a 1 km del parque cerrado. No participé de la foto del equipo y me fui a una equina del corral a tratar de concentrarme. Nada resultaba. El miedo a no terminar la carrera producto de la lesión era tremendo, no me podia sacar el dolor de la pierna de la cabeza.

A todo lo anterior se le sumaba que el pronóstico del tiempo no iba a ayudar mucho, por que teníamos anunciado tormenta para todo el día.

6:45 am, parten los elite y se pone a llover. En mis anteriores carreras, al escuchar la alarma de los elite sentía una emoción grande, pero aquí el nervio seguía. Me encuentro con Lucho y Nacho, quienes me tratan de calmar, pero nada.

7:10 am nos dan nuestra largada. Prendo el reloj y al agua. El nervio se quedó literalmente en la playa. Empiezo a nadar y empiezo a disfrutar. Sale neblina y no veo muy bien las boyas, los puntos de referencia no existian, pero rápidamente me pongo a nadar cómodo. Primera vuelta lista, vuelta por la playa y a la segunda patita del nado. Se me pasó todo volando y no me di ni cuenta cuando ya estaba en la playa. Me sacan el traje y a buscar la bolsa de la T1, me ecuentro con varios del equipo y ya me sentía muy bien. Me vestí tranquilo y sali a buscar la bici.

A los 500 metros me encuentro con Matías y ya con la pura sonrisa y el “vamos Nico” fue suficiente. Iba feliz en la bici, con bastante lluvia eso sí. En el km 3 veo un tipo caído que tenía una pierna muy mal, señal de que con la lluvia la cosa estaría más complicada y me tendría que concentrar harto. La lluvia duró un buen rato, creo que los primeros 90 km casi completos fueron con lluvia. Igual lo pasé muy bien, venía con el freno de mano puesto por el tema de la pierna, pero muy confiado en que llegaría a correr. Primera vuelta y me encuentro con la barra oficial del BT (realmente notable el apoyo de ellos, la Pame, el Pato y Matías, más todo el resto de los familiares de los del equipo).

Después de la barra aparece la Constanza y Juan. Verlos a todos es como partir de nuevo, asi que me fui feliz a terminar la segunda vuelta de 90 km, para completar los 180 km totales de bici. Eso sí, la segunda vuelta fue más lenta. Se fue la lluvia, pero apareció el viento. Yo no estoy muy acostumbrado a pedalear con viento, pero creo que éste era fuerte, porque incluso vi gente bajandose de la bici para ver si la rueda estaba trancada, ya que definitivamente no se avanzaba. La lesión iba bastante bien, la sentía, pero poco, hasta el km 140 en donde me empezó a joder un poco más. Ahí me mandé el primer Feldene y llegué a T2 bastante bien, muy contento y con las piernas descansadas.

En la T2 me encontré con varios de los cabros. Me cambié casi completo de ropa, los pies venían muy blandos por la lluvia y el temor de que en los 42 salieran ampollas era grande, asi que me sequé bien, calcetines nuevos, zapatillas y afuera. Llevaba 8 horas y media haciendo deporte y sabía que aunque no pudiera correr ya estaba en tierra y que tenía 8 horas y media más para terminar el maratón y buscar mi medalla, así que la sensación de tranquilidad era grande.

Salgo a correr la primera vuelta de 21 km hacia Canasvieiras y me empiezo a sentir bien. Le meto un ritmo bastante decente, me encuentro con la Constanza, la barra oficial y el coach, lo que me dio más energía todavía. Venía contento, pero en el km 3 empecé a sentir la pierna más débil y tuve que bajar la velocidad. Segundo Feldene, después de eso se puso a llover muy fuerte y empezó el frío. Se me empezaron a mojar las zapatillas y calcetines y recién llevábamos 4 km. Todavía quedaban 38 km, pero venía con varios compañeros cerca y eso ayuda mucho. Nos apoyábamos y gritábamos cada vez que nos cruzábamos. Así después de un rato se terminó la primera vuelta.

Me encuentro con Juan y la Constanza de nuevo, nos sacamos algunas fotos. Después la barra oficial y volvía el alma al cuerpo para dar el segundo giro, pero esta vez de 10 km. Venía bastante bien, el hecho de tener que pedalear y correr a media máquina por lo de la pierna me tenía con harta energía y ánimo. De hecho en el trote sólo me comí dos geles, el resto fue pan y Pepsi. Terminó el segundo giro y vamos por el tercero y último. Esta vez no vi a nadie de mi familia ni de la barra y eso no me gustó mucho. Pero ya sólo quedaban 11 km y sentía que ya la medalla se acercaba, asi que partí muy motivado. Obviamente a esta altura ya estaba de noche, no quedaba mucha gente corriendo y los que quedaban venían con lo último. La mayoria ya sólo corría con cabeza, se notaba que de físico poco y nada quedaba. Pero como no hay plazo que no se cumpla, de un momento a otro me vi a 2 km de la meta y aparece la Pía que me tiro 300 metros hasta el lugar en donde habían algunos de los cabros que ya habían terminado.

Aquí partió la emocion de verdad. No me pude aguantar y me puse a llorar a mares, mientras Nacho y Reca me acompañaban corriendo. Otros gritaban, la Ale tocaba su clásico cencerro y yo lloraba y lloraba. Me puse a correr más rápido y me dicen que la Constanza y Juan estaban en la meta esperándome. Eso fue pura emocion, fueron los 2 mejores kilometros de la vida. Ya a 100 metros de la meta me encuentro con ellos, ahí ya se me salió el tapón mal y lloré con ellos abrazado como un minuto y de ahí a la meta mierda. Despues de 13 horas y 43 minutos ya podía ir a buscar mi medalla, a gritar de felicidad y a abrazar al coach que nos estaba esperando al final. Y como si eso fuera poco, me toca pasar a 3 segundos del gran Piti que para mi es uno de los más grandes referentes del club. Todos los abrazos y besos de la meta realmente valen cada día de entrenamiento y sufrimiento. A todos los triatletas les recomiendo esto, de verdad lo que se vive es muy lindo.