Alejandro Fernández: Ironman Brasil 2011


SER UN IRONMAN

Un gran amigo del colegio, al que no veía hace muchos años, me contó en una de esas juntas de curso después de 25 años, entre cervezas y piscolas que había corrido un Ironman. No lo podía creer, el estaba convertido en otra persona, su relato fue increíble, yo pensaba que eso no era para seres humanos… Tiempo después me encontré nadando en una piscina, en la pista al lado de un club de triatlón, el Brain Team. Yo buscaba mejorar mi estado físico para seguir corriendo en motos enduro, ya que con mis 96 kilos y 42 años me estaba costando andar rápido en la moto. La Nati su entrenadora me dijo más tarde que yo estaba robando entrenamiento, pues si, la verdad quería nadar como lo hacían esos triatletas y no se si me atrevía, semanas después ella me invitó a unirme al grupo y ahí partí. Mi pequeño secreto se mantenía intacto, “quiero correr un Ironman”, primero participé en una posta el 2007, quedé con gusto a poco. Luego hice un cuarto el 2008. El 2009 me quebré un dedo del pie así que hice sólo la natación y la bicicleta de Piedra Roja y dije ya está!!! Tengo que ir por mi secreto o no voy a llegar. Corrí el medio de Piedra Roja 2010, pero ya estaba embarcado en este secreto. En alguna parte del camino le pregunte a Matías… ¿Tu crees que yo podría correr un Ironman? Él me miró con cara de diagnóstico reservado y me preguntó la edad, como si de eso dependiera si me operaban al corazón o me dejaban morir, luego de segundos que me parecían una eternidad me dijo con tono de medico experto...”Todavía alcanzas...”. Yo sentí un ungimiento con agua bendita a Barrabases. Intenté que no notara lo que para mi significó esa aprobación y me fui con un carnaval por dentro y sin mostrar importancia por fuera.

Luego vino la versión de Floripa 2010 en mayo, vi como entrenaba KK, yo me decía, quiero estar ahí, a eso vine aquí y no hubo plazo que no se cumpliera, se abren las inscripciones y sin mediar consecuencias ni autorizaciones me inscribí.

A los pocos días me encontré dando explicaciones de lo inexplicable: ¿Por qué voy a correr un Ironman? Porque tengo una teja corrida… María, mi señora y compañera de mis locuras y la única que me soporta, con el pasar de los entrenamientos se fue dando cuenta en el pastel que me había metido y una vez más me acompañó hasta el final.

Me propuse algunas cosas antes de partir, no voy a decir que me faltó entrenamiento, voy a llegar, no importa lo que ocurra, daré lo mejor de mi en todo el tiempo previo y en la carrera. Así fue, día a día sin importar qué, entrenaba.

Algunos amigos me bajaron a calidad de conocido, otros ya no me invitaban, lo que no me venía mal para entrenar. Mi ansiedad crecía día a día. Casi 2 meses antes de la carrera sólo quería estar en la largada y comenzar a vivir ese secreto, ya con 86 kilos sentí que mi cuerpo estaba listo.

Viajé con María y otros compañeros de aventura, que hoy más que los 11 nos parecemos a los 33…

En Floripa te encuentras con casi 2.000 locos como uno y NO HAY QUE EXPLICAR QUE ES UN IRONMAN A NADIE!!!

Todo gira en torno a mi secreto, los lugares, la gente, las bicicletas, la comida, la ropa, el aire…

Luego de los intensos días previos, llega el gran día, levantada a las 4 AM, desayuno suave, concentración y tranquilidad, cosas difíciles de lograr en mí, pero hacía lo que podía.

Llegamos a la zona de transición para ver que todo este bien con las bikes, aún de noche, nos ponemos los trajes y caminamos como rebaño de ovejas sin pastor a la playa. Me meto al mar y trato de soltar mis músculos y dejar que agua entre en mi traje. Comenzando a aclarar me dirijo a la línea de largada donde están todos los locos uniformados, solo hay unos más locos que yo, son locos profesionales y usan una gorra blanca.

Veo a lo lejos una boya naranja y me concentro al máximo donde ya no escucho nada, hasta que una estruendosa sirena me avisa que el sueño ha comenzado.

Nado con largas braceadas, tranquilo, cuidando mi respiración, sintiendo esto es mejor de lo que soñé, recorro rápidamente en mi mente como estarán mis 10 compañeros y sigo nadando cómodo, derrochando alegría, siempre escuchando una voz que me decía “guárdate para después”. Recibí una que otra patada y seguramente yo pegué alguna también, eso fue empate.

Terminando la última parte del nado veo que voy con un loco de gorra blanca lo que me hizo sentir que debí haber nadado bien, me pongo de pie al final de la playa y veo en mi reloj 58 minutos. Corro a la transición y paso bajo el pórtico que indicaba 59 minutos. No se para que entrené tanto en sacarme el traje rápido si unos personajes te lo sacan como un balazo.

Ahora a pedalear, me pongo todo el atuendo de ciclista, sin olvidar nada, tomo a la flaca y salgo a la calle, cualquiera hubiese dicho que yo soy un ciclista, en eso veo a Coach David pasar y me grita “dale Fernández”, le grito de vuelta y sigo. Aquí traté de buscar mi ritmo cómodo y creí haberlo logrado, ya que nuevamente iba sintiendo felicidad a borbotones y disfrutando este secreto en cada pedaleada. En momentos como este en mi vida trato de verbalizar lo que siento para no olvidarlo y en esta oportunidad fue Rodrigo Valenzuela el testigo de mi catarsis. El me pregunta “¿Cuánto llevamos de promedio?”, miro el marcador de la flaca y veo 33,5 en el km 110. Rodrigo sabiamente me dice “cuídate”, yo le respondo que voy muy bien, entero y muy feliz.

Al rato me dice que penalizaron a un chileno que iba detrás de mí, que tuviera cuidado, se lo agradezco y nos separamos.

Bajé un poco el ritmo y seguí avanzando, aún muy contento con cada minuto que pasaba de carrera, queriendo que esto no se acabara, hasta que algunos kilómetros más adelante una brasilera muy fea!!! en una moto destartalada me dice algo como “voce detengase” estoy penalizado por ir a menos de 10 metros por 20 segundos, la iba a mandar a la CTM, pero me contuve y dije: “Haz lo que tengas que hacer y no me h… Me marcó mi número y seguí pedaleando, fue un importante golpe anímico al que me quise sobreponer alcanzando a los que supuestamente iba cerca. Los alcancé y los pasé, pero ya en el Km 170 comenzaron unos calambres en mis piernas que no supe cuanto durarían, igualmente la emoción de llegar a la maratón me tenía al tope. Llego a la zona de transición veo en el reloj 5 horas y 28 minutos. Me bajo de la flaca como un campeón y mis piernas comienzan a encogerse, comienzo a elongar y los calambres aumentaron… dije chu… cómo voy a correr 42 km que faltan? Esperé los 5 minutos en la sala de las mazmorras tratando de buscar alguna manera de disminuir los calambres, pero fue imposible.

OK me dije, tendré que llevar a este pasajero que nadie lo invitó, pero ya está arriba, me cambié, puse primera y salí. Aquí me acordé de los pedaleos detrás de Gatica, de los trotes detrás de Ivars y de las historias de monstruos que contaba Bruno. Todas en el mismo momento. También me di cuenta que no era cansancio, era dolor y había venido para quedarse. Salí a correr con una idea fija, voy a llegar NO MATTER WHAT!!! Así fue, sentí dolor por largas 5 horas, pero no dejé de sentir que era mi secreto lo que estaba viviendo y estaba feliz por eso.

Llegué a la meta a las 11horas y 37 minutos con María de la mano llorando de emoción, nos dimos un abrazo infinito, la solté y me caí al suelo, me levantaron me abracé con el Coach David y me llevaron en camilla…

Amigos, quiero compartir con ustedes mi Ironman, el cambio que hizo en mí ese domingo. Hoy siento que soy una persona diferente, mejor, que vencí muchos temores, que derroté las dudas, que pude más que mis dolores. Me demostré que la fuerza interior es mayor a la fuerza física. Que a lo largo del año de entrenamiento no estaba entrenando mi físico, sino mi voluntad, no mi puntualidad, sino mi perseverancia, no perdía tiempo, lo ganaba. Hoy me siento más humano, mejor ser humano.

Amigos, gracias de verdad…

Alejandro Fernández
Brain Team

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Tremenda experiencia Alejandro. Felicitaciones y a seguir corriendo. Un abrazo
Ricardo Cumplido

Alejandro, que buen relato... Felicitaciones por la excelente carrera...Con esos tiempos parciales tienes para mejorar mucho en la próxima, seguro menos de 10:30.

Es emocionante el relato y gracias por compartilo con nosotros.

Un abrazo.

JSM.

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